martes, 12 de febrero de 2013

ISLAND'S BAR (capítulo 8)

Cuando sintió el frio del hielo en su cuerpo, supo que podría hacer con ella lo que quisiera, quería ser suya, el hielo hacía que su columna te sentara que sus pezones se pusiesen mas y mas duros, el camino hasta el final de su espalda se la hizo eterno, sentía como iba empapando cada  mm de su piel. la sorprendió el contaste entre la lentitud de sus caricias y la avidez con que se escurrió entre sus piernas y la dejó casi desnuda.

sentía como el hielo se deslizaba ente sus muslos, mientras un calor la ardía desde la vagina hacia sus labios, se moría de ganas de que la tocase, los labios iban creciendo, poninndose gorditos, esponjosos, mientras varios gemidos salían de su boca, gemidos silenciosos, que esa creía que el no podía percibir.

El Hielo se termino de derretir justo en su monte de venus, perfilado con una pequeña linea de vello,dos gotas del liquido corrieron hasta morir entre esos labios, que se contrajeron al sentirlas, esta vez sonido emitido por su boca fue inevitablemente más sonoro y fue la señal para Ektor de que había llegado el momento. la seguía abrazando desde atrás mientras la besaba con ternura, con una ternura que se fue transformando poco a poco. Sus dedos se acercaron a sus labios, los acariciaron y poco a poco los fueron abriendo, para comprobar como se iban empapando a medida que iban haciendo un reconocimiento de su proxima morada.

El agua se había mezclado con la excitación de Adriana y sus muslos estaban templados al tacto. Los acaricio, describiendo pequeños círculos con las yemas de los dedos buscando que sus superficiales suspiros se transformaran en una respiración agitada. Quería excitarla como nunca la habían excitado. Descendió con la punta de su lengua rozando la piel de su espalda, dando pequeños mordiscos en su culo, bajó las manos hasta sus tobillos e hizo que abriera un poco más las piernas. Estaba de rodillas, detrás de aquel cuerpo que tanto morbo le daba y sus manos volvió a subir las manos. Puso una en cada goteo y los separó para dejar camino abierto para que lengua se encaminara entre ellos. Lamió la mezcla de agua y excitación que bañaba sus muslos como sí estuviera muerto de sed y acarició su clitoris. Lo hizo rápidamente, apenas un roce, lo justo para que las piernas de Adriana se tensaran y se pusiera de puntillas. Sólo fue un segundo, pero Ektor ya estaba sentado bajo su cuerpo. "Justo a la altura perfecta para empezar a cenar..." antes de que terminara la frase su boca estaba pegada a la entrepierna de Adriana, su lengua se abría paso en su interior y sus manos se aterraban a su culo. Se movía ágil, rápida como sí quisiera aprenderse cada oscuro rincón y recordar su sabor para siempre. Se separó de sus labios y comenzó a jugar con su rosado clitoris: lo agarró entre los labios y lo succionó despacio  acariciandolo con la punta de la lengua, apoyó toda la lengua para lamerlo ... Sus manos imprimian a las caderas de Adriana, haciendo que bailara con su lengua, que rozaran sus labios, que se mojara aún más.

Cada nuevo movimiento de las piernas de Adriana hacia que su boca se llenara aún más de su sabor. Lamió como sí quisiera bebersela entera, recorrió cada milímetro de sus piernas, desde las inglés hasta los piel, despacio, muy despacio, cubriendola de besos, caricias de su lengua y algún que otro mordisco. Siguió su pulso a lo largo de todo su cuerpo, parandose a buscarlo cuando creía haberlo perdido. Le dio la vuelta, se fundió con ella en un beso que la hizo saborear todo lo que el había saboreado apenas unos segundo antes. Se retiró de ella con su labio inferior entre sus dientes y la mirada clavada en sus ojos. Colocó una mano alrededor de su cintura y pasó la otra hasta su nuca para dar un paso hacia delante y obligarla a tenderse boca arriba sobre una de las mesas. Se quitó la camiseta y los pantalones y se inclinó sobre ella para que notara el.calor que desprendía su piel. También quería que notara su erección, que sintiera su pene contra su piel desnuda. Beso sus pechos deteniendose unos segundos en los pezones para lamerlos. Atrapó uno entre sus dientes y comenzó a tirar de el, suavemente, mientras la miraba fijamente. Estaba atento a cada movimiento, a cada expresión de su rostro y respuesta de su cuerpo. Ella era quién le decía por donde seguir, que hacer y como le gustaba, aunque ella no lo supiera.

Adriana estaba tan excitada que se sentía mareada,al aire le costaba llegar hasta sus pulmones, su respiración estaba entrecortada, sentía el contraste entre el frio que sentía en su espalda apoyada sobre la mesa y el calor que sus cuerpos emanaban, Ektor estaba sobre ella, acariciaba sus grandes pechos y la miraba a los ojos, su mirada reflejaba placer, excitacion, sus bocas se fundieron y ella se acerco a su oido y muy bajito le dijo " quiero sentirte dentro"él mordió su cuello y de un rapido movimiento se colocó entre sus piernas, la punta de su pene rozó su clitoris, ella instintivamente abrió más sus piernas para dejarle paso, y lentamente se fue abriendo paso entre sus labios, hasta que poco a poco Asriana se sintió llena, sus manos se aferraron a su espalda, sus uñas acariciaban su piel, mientras él bombeaba lentamente, sentía como acariciaba las paredes se su vagina cada vez que la embestía, sus bocas se envolvían en un baile que cada vez tenía menso de ternura, Adriana atrapó su lengua y la succiono, la masturbo como si se tratase de su pene.Ektor entendío su mensaje, lentamente dejo de penetrarla, se movió a su lado y la sirigió hacia su boca, mientras ella se acariciaba el clitoris... 

Adriana bajo lamiendo su pecho hasta llegar a su cintura. Se quedó observando su miembro, duro y cubierto por la humedad de su vagina. Parecía llamarla, invitarla a que la acariciara y sintiera entre sus manos el calor que emanaba. Acercó la boca a el, sacando la punta de la lengua y bañando el glande con su aliento. Dos suaves pasadas de la lengua y notó como las piernas de Ektor se tensaba, así que repitió la operación, pero esta vez lamió todo el pene y posó sus labios en la punta para succionar ligeramente. Las piernas de Ektor no se relajaron, pasó sus manos hasta el duro culo de él y se metió el pene completamente en la boca. Lo mantuvo ahí lo suficiente para que su saliva lo bañara por completo y se retiró mientras apretaba los labios. Aquello hizo que Ektor suspirara y pusiera las manos sobre su cabeza. La guió con suavidad hasta allí donde sus labios habían dejado una leve huella de carmín y dejó escapar un nuevo suspiro mientras penetra su deliciosa boca. Su pene entraba y salía de la boca de Adriana, sus labios se contraian a su alrededor y él empezaba a creer que se volvería loco de placer. Aquella cara de niña se había esfumado para dejar paso a una mirada lasciva y una sonrisa perversa que le ponía aún más cachondo. No sabía cuanto más podría aguantar aquel ritmo que marcaba la boca de Adriana...


Sentía como crecía en su boca como se tensaba, sabía que no tardaría el llegar al éxtasis, se incorporó empujando a Ektor para q se sentara en un pequeño sofá y mientras se mordía los labios puso las rodillas a ambos lados de sus piernas y se penetró lentamente, agarró las manos de él y las puso sobre sus pechos, lentamente comenzó un vaivén de arriba abajo, sintiendo como su pene se habría paso dentro de ella, el ritmo fue aumentando poco a poco,salieron sus instintos más primarios, dejaron de ser personas, eran solo dos animales entregados al placer. Sus pechos botaban cerca de él, sus ojos acompañaban su movimientos, le excitación era tal que toda la sala olía a sexo, a deseo, los gemidos de ella hacían eco en esa sala vacía y retumbaban en los oídos de Ektor, cuya cara se había transformado, ya no era el muchacho con cara de travieso, su cara era la imagen viva de la lascivia, de la lujuria, le gustaba mandar pero se estaba conteniendo, Adriana sabía eso, sabía que tenía retenido bajo sus piernas a un caballo desbocado, y continuaba cabalgándolo, disfrutando de cada embestida, pero teniendo la certeza de q en cualquier momento, se escaparía de donde lo tenía, sabía que él decidiría cual iba a ser el final de aquella noche, y a ella la encantaba saber que por instantes conseguía domarlo.
En efecto cuando ambos estaban muy cerca del éxtasis Ektor se fajó de ella y ella simplemente decidió dejarse hacer, disfrutar de aquellos últimos minutos que no sabía si alguna vez volverían.


Aquella mujer lo estaba volviendo loco. Mientras estuvo arrodillada frente a el creyó que no aguantaría ni dos minutos mas antes de correrse, pero sacó fuerzas para sobreponerse. Después le había tocado el turno a sus caderas. La forma en la que las movía era casi hipnótica. Ektor no pudo evitar clavar su mirada en aquellos pechos que subían y bajaban tan cerca de su cara, tan cerca de una boca que, a pesar de haberlos probado, ansiaba volver a tenerlos al alcance de la lengua. Adriana lo cabalgaba como nunca lo habían hecho antes, aquello terminó por confirmar lo que ya sospechaba: aquella mujer era puro fuego.  Y como tal  estaba consiguiendo que su cuerpo ardiera. Su culo subía y bajaba, su vagina engullía cada centímetro de su excitación y sus manos se apoyaban en su pecho para facilitar los movimientos de su cuerpo. Ektor tenia que hacer uso de toda su concentración para no estallar de placer, no tenia pensado que aquello terminara de esa manera, aun le quedaba un as en la manga. se deshizo de Adriana aprovechando la fuerza de sus brazos, la puso de pie y se deslizó ágilmente a su espada. lamió una de sus manos y la paso entre sus piernas abiertas, era como intentar mojar un océano. El calor que desprendían sus muslos aun estaba latente en su mano cuando sostuvo con ella una de sus muñecas y la apoyó contra una de las columnas del bar. Hizo lo mismo con la otra, quedando así Adriana con las manos sobre su cabeza, de espaldas a el y con las muñecas aprisionadas contra la fría pared. Se acercó a ella y dejó que sus pieles se hablaran durante unos segundos. La suya se estremecía, la de ella se tensaba, ansiosa sin duda por lo que vendría acontinuacion. No la hizo esperar mas. El tampoco podía aguantar ante la visión de aquel cuerpo desnudo, indefenso, ofrecido a sus mas oscuras perversiones. Ni siquiera le hicieron falta las manos para guiar su pene hasta el interior de Adriana: el estaba mas duro que nunca, ella increíblemente húmeda. La primera penetración fue delicada, casi con dulzura, como si quisiera dar de si aquel momento lo máximo posible. Notó como Adriana levantaba los pies del suelo hasta casi ponerse de puntillas. Llenó de besos su espalda y su nuca mientras estaba dentro, sin prisas por abandonar aquella calidez. Se apartó de ella tan despacio como había entrado y se quedó en esa posición unos segundos, los justos para que ella relajara las piernas y volviera a apoyar los talones en el suelo, pero en esta ocasión fue mas bien una embestida. El sonido de los muslos de ambos al chocar rebotó por el bar vació y enseguida lo acompañó un breve gemido de ella. Ektor no tenia pensado detenerse, ya habían tenido suficiente tiempo para andarse por las ramas, ahora quería hacerla suya, quería notar que su cuerpo le pertenecía, aunque fuera tan solo unos minutos, quería derramar en ella cada gramo de placer que lo removía por dentro. 

Siguió con aquel ritmo desbocado, llevando su culo adelante y atrás y haciendo que la mezcla entre el ruido de sus cuerpos al golpearse entre si y sus gemidos cobraran una cadencia que sonaba a música celestial. Adriana intentaba agarrarse en vano a la pared, sus uñas resbalaban en el azulejo liso de la columna. Hacia ya un rato que sus talones volvían a estar en el aire y con cada nueva embestida suya se ponía un poco mas de puntillas. Ektor soltó sus muñecas y puso las manos en su culo, agarrandolo bien para dirigir los movimientos mientras ella continuaba con las manos contra la columna y ejercía la fuerza suficiente para mantenerse tensa y lo mas cerca de Ektor posible. No tardaron mucho en alcanzar el éxtasis, primero ella, tensando aun mas sus piernas y dejando resbalar las manos para acariciarse los pechos. El tardo tan solo unos segundos mas en correrse y se quedó pegado a ella, notando sus convulsiones y aspirando el aroma de su piel sudorosa. Sin separarse de ella se acercó a su oido y le susurró: "esta era tan solo una de esas fantasias con las que te dije que querria pervertir tus sueños. Espero que esta noche si me cuele en ellos"

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