domingo, 28 de agosto de 2016

SUEÑOS DE COLORES (PARTE 1)



Era el cumpleaños de uno de nuestros chicos, ella quiso organizarle una fiesta sorpresa, esta vez serían solo unos poquitos, los de casa, y ésta vez ella me pidió que estuviera presente. 

 Llegué al lugar en el que habíamos quedado,  estaba bastante alejado del mundanal ruido, toqué a la puerta y salió con una enorme cara de felicidad, nos abrazamos, hacía mucho tiempo que nos queríamos, éramos amigas, aunque unas amigas muy especiales, compartíamos sentimientos muy importantes, y yo tenía una enorme admiración por ella.

Me ayudó a bajar algunas cosas que yo traía para la fiesta y las colocamos en la cocina, cogimos un par de cervezas y nos sentamos a charlar, teníamos tantas cosas que contarnos, era raro estar allí frente a frente,  pero era como si la conociese de toda la vida. Tras bebernos la cerveza me enseñó el resto de la casa, dejé mi mochila en una pequeña habitación y me enseñó un gran baño, me sorprendió,  tenía un jacuzzi junto a una gran ventana desde donde poder ver el bosque, me quedé mirándolo y una voz me sacó de mi ensimismamiento “mola eh tía”, me giré y la sonreí, molaba todo, reíamos mientras ella se acercaba y abría el grifo, “que haces????” la dije, “los chicos aún tardaran un rato en venir, nos da tiempo a darnos un baño antes de que lleguen”, me pareció una buena idea asique mientras se llenaba la bañera me desnudé, ella fue  a la cocina a por otro par de cervezas, y volvió con un peta ya encendido, cuando regresó yo estaba dentro de la bañera rodeada de espuma, me dio mi botellín, dio un trago al suyo y me pasó el peta.  Yo la observaba mientras fumaba, era muy bonita, se deshizo de su camiseta sacándola por encima de su cabeza dejando a la vista un par de senos pequeñitos, redondos, duros y tersos. Tenía una pequeña cintura, que terminaba en unas contorneadas caderas, su silueta era perfecta, su piel se veía preciosa, era blanca y parecía muy suave, era como un ángel caído del cielo, que dios había puesto para deleite de mis ojos.  

Me gustaba, me excitaba, pero yo dudaba que ella sintiese lo mismo y no iba a estropear ese momento, quitó sus pantalones cortos, no llevaba ropa interior, no podía dejar de observarla, tanto que creo que me ruboricé, el humo pasaba por mi garganta empujando a la saliva que me producía ver algo tan bello y desear comérmelo por instinto.

Metió un pie en la bañera y al entrar resbaló, quedó casi echada sobre mí, nuestros cuerpos se rozaban, pero se quedaron inmóviles por un instante, vi brillar sus ojos, la deseaba pero no sabía cómo hacerlo, di una profunda calada al peta, y sin más acerqué mis labios a los suyos para compartir ese humo, ella lo recibió con una sonrisa. Sentí sus labios rozar los míos, y eso hizo que mi vagina se contrajese, definitivamente la deseaba, creo que siempre la había deseado.




Reímos y charlamos mientras fumábamos, ella me contaba como era su relación con los chicos, mientras nuestras manos se agarraban y nuestros dedos jugaban entre ellos. Esa conversación me excitaba, me gustaba conocer lo que la hacía sentir placer, quería dárselo yo, la deseaba.

Cuando el porro se terminó lo dejé a un lado, “ven , pequeña ven”, agarré sus manos y la incorporé un poco y colocándome entre sus piernas, me acerqué a su boca, esta vez no había excusas, esta vez sólo quería sus labios. Tomé su cuello mientras sus manos rodeaban mi cintura, mis labios abrazaron a los suyos, y mi lengua acarició la suya, nuestros cuerpos se pegaron para bailar al ritmo que nuestras lenguas tocaban.




Sentía como los pechos de ambas se rozaban, podía sentir como los pezones erectos de las dos se acariciaban en un vaivén acompasado, mientras nuestras lenguas dejaban la ternura para dar paso a la pasión. 

Nos recostamos, quedando su pequeño cuerpo sobre el mío, arqueé mis caderas para poder sentirla más,  mis manos agarraban su espalda para pegarla a mí, y nuestros pechos se acoplaban en un puzle perfecto, nuestros sexos se acariciaban, frotando uno contra el otro, mezclando nuestros jugos  y creando sólo uno, era placentero, eso era nuevo para las dos, la tomé por la cintura y pasé mi pierna por encima de la suya, permitiendo así que nuestros sexo pudieran sentirse al completo.





 Mis manos acariciaban sus pechos mientras las suyas se aferraban a mi cintura, como pidiendo que no me marchara, pero no pensaba hacerlo, nuestros cuerpos danzaban acompañados, bailando la melodía de nuestros gemidos, era una sensación nueva la de sentir otro coño sobre el mío, pero era maravillosa, el ritmo aumentó, nos cabalgábamos mutuamente, sin medida, sin control, sin ningún tipo de tabú, solo dos mujeres que se querían y querían entregarse a la otra, sus uñas se clavaron en mis caderas mientras mis dedos apretabas sus pezones, y en un beso profundo nos bebimos el orgasmo de la otra, los gritos se ahogaron en nuestras gargantas, compartidos, fundidos, mientras nuestros cuerpos se sacudían de placer.
Sonreímos mientras retomábamos el alientó, había poco que decir, la palabras sobraban, la incorporé sobre el borde de la bañera, abrí sus piernas y comencé a lamer las gotas q de él brotaban, mi lengua recorría su raja entera, de principio  a fin, mientras su mano reposaba en mi nuca jugando con mi pelo mojado, mi labios atrapaban su clítoris y lo succionaban lentamente, estaba duro, caliente, sus labios estaban gorditos, hinchados, y mi lengua estaba nerviosa, y se colaba dentro de ella, rígida la penetraba, recogiendo toda su excitación.

 


 Dos de mis dedos se acercaron a la entrada de su coño, nunca me había atrevido por temer a hacer daño, pero estaba tan excitada que quería hacerla mía, con la yemas hacia arriba entraron firmemente, curvándose hacia la pared anterior, ahí estaba el punto g, y quería encontrar ese botón, quería hacerla tocar el cielo, era lo mínimo que ella se merecía, mi lengua recorría su cuello mientras mis dedos firmes se frotaban contra la pared de su vagina, duro, haciéndola estremecer, podía sentir sus latidos a mil por hora, y los gemidos ya eran gritos “no pares zorra, no pares, ostia puta no pares”. Escucharla así me volvió aún más loca, me incorporé y comencé a entrar y salir con mis dedos duramente, los metía hasta que el resto de mi mano hacía tope, sabía que ahí habia un botón que si lo tocaban la haría brotan en ríos de placer, y que empaparía mis manos, quería que lo hiciera, asique seguí y seguí mientras se retorcía de placer, hasta que lo encontré era una pequeña bolita, la frotaba duro, como si quisiera que apareciera un genio para pedir un deseo, sentía como su pelvis se arqueaba y su vagina apretaba mis dedos, estaba a punto así que insistí cada vez más rápido más duro, su cuerpo completo se tensó y con un enorme espasmo empezó a escupir su alma, salpicó mi cara y empapó mi brazo, no podía parar, sentía como si se corriese una y otra vez hasta que quedó vacía, exhausta.


 
 
Saqué mis dedos y se los di para que los lamiese, los lamí con ella, la besé dulcemente y me acurruqué a su lado, sobre su pecho, escuchaba a su corazón disminuir el ritmo, su mano acariciaba mi espalda, mientras su rostro mostraba una preciosa sonrisa, la veía feliz, éramos felices, acabábamos de demostrarnos todo el amor que habíamos sentido desde hacía mucho tiempo, no era un amor normal, pero era el nuestro, nos mirábamos y nos acariciábamos.






Escuchamos ruido, eran los chicos que ya llegaban, nos miramos y carcajeamos, no era plan que nos encontraran allí en aquel estado, o al menos eso era lo que creíamos en aquel momento, salimos, ella se envolvió en la toalla y salió de puntillas corriendo a la habitación, yo me quedé secándome en el baño, y vistiéndome, la escuché hablar con ellos, yo estaba emocionada por lo que acaba de pasar, feliz y nerviosa por todo lo que vendría despues.


CONTINUARÁ….



domingo, 21 de agosto de 2016

TORMENTAS


Era media tarde, estaba de vacaciones, el cielo estaba nublado y eso espantaba a los turistas, y si encima caían unas gotas estos desaparecían como por arte de magia, y eso me gustaba. Me puse una chaqueta fina y me fui hasta la playa, me sentía como el día,triste, gris, me senté junto a la orilla, viendo como las nubes lloraban sobre el mar al tiempo que yo lo hacía. Me mojaba pero no me importaba era agradable, la camisa blanca se iba pegando a mi cuerpo mientras mi mirada se perdía en el horizonte, allí donde el azul de ese mar que me recordaba tanto a sus ojos se perdía junto al gris de ese cielo enfadado.





Me asusté al escuchar justo detrás a alguien silbando una melodía, me acarició el pelo mientras se sentaba a mi lado, pasó su mano por mi hombro y lentamente me recostó sobre el suyo, rodeándome con sus brazos, tan siquiera nos miramos, sabía que era él porque conocía bien su olor a limón, sólo me abrazó y me dijo “estás temblando, tranquila pequeña estoy aquí”, me apreté contra él, y así acurrucados mirando el mar, dejamos que el tiempo pasara, y que los corazones se pausaran.  No hubo palabras, sus manos acariciaban mi espalda,  yo no pude evitarlo, retiré mi cabeza de su hombro y me acerqué a él, nuestros ojos se encontraban por primera vez, se miraban, esa mirada contenía muchas emociones, cariño, felicidad, ternura……. pero también dolor, decepción, desencanto, mis labios se acercaron a los suyos para beberse su tristeza, no sabía si correspondería pero tenía que hacerlo, se posaron dulcemente sobre los suyos, y él lo aceptó. Poco a poco fuimos eliminando esa barrera que desde hace días habíamos levantado. Mis ojos se cerraban pero los suyos seguían abiertos como queriendo grabar cada instante en su retina, siempre me sorprendió que hiciese hincapié en que no los cerraba.

El beso era profundo, lento, como si nuestras lenguas se estuviesen perdonando, como si se hubiesen esperado toda la vida, sus manos me desabrochaban los botones dejándome desnuda.

Me recostó lentamente sobre la arena, se quitó la ropa, y sin dejar de mirarme se recostó a mi lado, acariciaba mi cara con sus dedos, mientras los míos acariciaban su pecho, besó dulcemente mi mejilla, después mi frente, después mi nariz mientras sonreía, no había palabras, no las necesitábamos, las palabras nos habían herido era mejor prescindir de ellas porque no las necesitábamos.





Besó mis labios, pero esta vez la temperatura del beso comenzó a cambiar, abandonó los grises, y todo se tornó de un color más cálido, sus manos acariciaban mi cuerpo, su lengua descendió por mi cuello, jugo con mis pezones y resbaló hasta mi ombligo, para volver a subir por el mismo camino. Se puso sobre mí, y balanceándose hacía rozar su miembro erecto contra mi sexo, su boca atrapaba los pequeños gemidos que salían de mi boca mientras mis dedos acariciaban su espalda.

Se levantó, tomó mi mano y sin soltarme fuimos adentrándonos en el mar, hasta que el agua cubría hasta mitad del torso, y allí sus manos levantaron mi cuerpo, con las manos  bajo mis glúteos acercó despacio la entrada de mi sexo hasta el suyo y lentamente fue dejando de sujetar mi cuerpo para dejarle hundirse, las bocas se buscaban mientras entraba poco a poco, nuestros ojos no se separaban ni un instante, sólo se escuchaban las olas del mar, el vaiven de éste nos hacía movernos, sintiendo el roce de todo su sexo, su manos me levantaban y me sentaban haciendo que su sexo entrase y saliese del mío, rodee con mis piernas su cintura y sentí una penetración profunda, en ese momento éramos uno, nos acunábamos con el ritmo del mar, mientras nuestros labios se acariciaban tiernamente, nos abrazamos y sus manos me indicaron el ritmo que debía seguir, sentía su respiración en mi oído, y su aliento en mi cuello, que cada vez era más acelerado, me miró, y me besó el beso más intenso que jamás había sentido, y en ese instante nuestros cuerpos se sacudieron al unísono sintiendo una ola, esta vez de placer. Sentía su calor dentro de mí, separamos los labios y al mirarnos vimos q a cada uno de nosotros las lágrimas nos corrían por las mejillas,lágrimas que él retiro dulcemente con su dedo y que yo recogí con mi lengua. Sonreímos y mis labios volvieron a  atrapar dulcemente los suyos.





Los gritos de un grupo de jóvenes que venían a la playa a hacer botellón me devolvió a  la realidad, era de noche y estaba sola en la playa, con la camisa empapada y el pelo mojado, no me sentí triste al descubrir que él no estaba, sé que había estado allí, tenía esa capacidad de presentarse a mi lado cuando soñaba despierta, sabía que había sido él.

Me fui a dormir y al amanecer me di cuenta de que por primera vez esa noche no me había visitado en sueños, en ese momento entendí todo, entendí sus lágrimas al hacerme el amor, entendí el silencio porque no soportaríamos las palabras de un adios, había venido sólo para despedirse, le había perdido para siempre, y es que a veces amarse no es suficiente.

http://youtu.be/qdzbjUWu2VU