martes, 4 de octubre de 2016

HACER EL AMOR

Era una tarde lluviosa y calida de otoño ella cogía un taxi tras bajar de un largo viaje en avión, tenía una mezcla de sentimientos, preocupación y nervios, la había costado mucho decidir ir y no sabía como reaccionaria él.

Los últimos tiempos habían sido muy dificiles, ellos se habían amado de una forma muy especial, pero algo ocurrió y ella se perdió en el camino y le hizo pagar esa confusión a él, bueno y a algunos más, pero a pesar todo ambos seguían queriendose, y él no estaba bien, se le habían juntado muchas cosas a ni el emocional y además no se sentía bien fisicamente. Ella estaba muy preocupada sobre todo por su salud y tenía la necesidad de ayudarle de algún modo, le amaba con toda su alma.

Y allí estaba, lejos de su casa, sin saber muy bien como iba a hacerlo, tan siquiera tenía una dirección a la que ir, de repente sintió miedo, y si no quería verla?, nada más llegar ese sentimiento frenó su cabeza, respiró hondo y se dijo a sí misma en ese mismo, no!!! Esta vez tus miedos no iban a parar la locura que estaba haciendo, fue hacia la zona de la ciudad en la que sabía que él estaría, entró en una cafería pidió un café y mandó un mensaje a un amigo para decirle que necesitaba que le hiciera un favor, pasó algo más de una hora hasta que este leyó el mensaje:

- "claro pequeña si yo puedo hacer algo dime" 
-"estoy aqui"
- "aqui donde?"
- "Aqui a vuestro lado" 
-"lo se pequeña se que estas"
- " no, ha vuestro lado de verdad, estoy en el café Malibu"
- "como? Estas loca"
-"lo estoy, debo verle"
- "voy a por ti"

Tardó 40 mimutos en llegar, no sabía si se le hicieron eternos o pasaron volando, pero la puerta se abrió y allí estaba, sintió felicidad y alivio al verle, se sentía desubicada rodeada de gente a la q no entendía. La recibió con una enorme sonrisa, la rodeó con sus brazos y la apretó fuerte contra él. 

-"Estas loca, y si no llego a estar??"
-"No se, no lo pensé siquiera, como está Roberto? Me gustaría ir a verle" 
-"no está muy bien, pero lo estará, vamos"

Fueron en coche durante un rato escuchando música mientras la contaba que era vada lugar por el que pasaban, ella le prestaba atención aunque su corazón se le salía por la boca, el coche se paró frente a una casa, Tomás la miró y los ojos de ella se empañaron, agarró su mano y la dijo que estuviese tranquila que todo iría bien, entraron en casa y tras preguntar le dijeron que roberto estaba en la playa paseando al perro, besó su mejilla, y la señaló el camino.

Respiró hondo y salió, llovía, una lluvia fina que no molestaba pero de esas que mojan, el sol intentaba esconderse abriendose paso entre las nubes, allí a los lejos le veía tirando una pelota al perro que corría tras ella, vi como se sentaba en unas rocas mientras el pequeño saltaba a su alrededor moviendo el rabo, el perro se alejó correteando como sabiendo que su dueño quería estar sólo, quería perder su mirada en el horizonte. Cuanto más se acercaba más nerviosa se ponía, no sabía que iba a decirle, se había dejado llevar por un impulso que la decía que tenía que ir a verle, pero una vez allí no sabía ni que decir, se quitó las sandalias al sentir la arena, estaba humeda y fresquita, la gustaba esa sensación, al acercarse a las rocas dejó las sandalias en el suelo se remango el vestido y sigilosamente  muy despacito se colocó detrás de él, se arrodilló y le rodeo con sus brazos, él no se inmuto, era como si su cuerpo estuviese allí pero su espíritu no, le apretó fuerte sintiendo su espalda a traves de la ropa mojada, pegando su pecho contra él, y colocando su cabeza junto a la suya, besó su mejilla, pasaron varios minutos y su espiritú volvió a su cuerpo, sus brazos rodearon los de ella, no necesitaban tan siquiera mirarse, él sabía que era ella porque sus cuerpos y sus corazones se conocían.

Por un instante el tiempo se paró, la lluvia mojaba sus cuerpos, y al golpear las gotas el agua del mar ponían melodía a ese momento de paz, él giró su cuerpo sin soltar sus manos, y la miró, se miraron a los ojos, había dulzura, ternura, había sufrimiento y dolor, pero sobre todo había un enorme cariño y una magia especial.

Ella acariciaba sus manos, eran suaves aunque trabajadas, el sólo roce con ellas la hacía estremecer, soltó una mano y acarició su cara, acariciaba cada arruga, la gustaban, la hacían sentir cada una de las mil historias que él había vivido y alguna había compartido con ella, las seguía con la punta de sus dedos suavemente, como un invidente que quiere reconocer y memorizar a quien tiene a su vera, sin dejar de mirarse, siempre había pensado como sería mirar esos ojos, otros lo habían descrito, pero nada tenía que ver con todo lo que ella había imaginado, siempre pensó que la inquietarían, que la intimidarían, pero nada más lejos de la realidad, eran un remanso de dulce paz en el que perderse, en ese instante pensó que se quedaría a vivir en ese rincón azul toda la eternidad y esbozó una sonrisa, en ese mismo instante una gota de sal brotó de ese intenso mar, ella sin dejar de sonreir acercó su boca y la recogió con sus labios, mientras acariciaba su cara acercó sus labios a los de él cerrando sus ojos, sólo quería sentir. Sintió como esa lengua afilada que tantos cristales había cortado la acariciaba slowly, con un tierno cuidado como temiendo poder herirla con su filo. Sus manos acariciaban el pelo empapado de ella, se fusionaron por un momento, compartiendo sus miedos e inseguridades transformados en una humeda caricia, compartieron la vida en el eco de un segundo siendo sólo uno, unidos por el alma.

Tras el beso la miró y siguió con sus dedos las gotas de lluvia que goteaban por la punta de su nariz. El vestido estaba empapado y se pegaba a sus torsos, los brazos de roberto la rodearon y se fundieron en un abrazo, sintiendo como si la ropa no existiera, sintiendo sus cuerpos, su piel, la lluvia se había intensificado pero a ellos parecía no importarles, la salud de él no era buena y había que poner cordura, se acercó a su oido : "Vamonos, te vas a constipar" le dijo ella mientras se levantaba y le ofrecía su mano como apoyo, mano que él acepto, salieron de las rocas y él silbó al perro mientras ella se agachaba a recoger sus sandalias, de la mano, con el pequeño corriendo a su lado y el mar acariciando sus pies tomaron rumbo a casa.




Ya se que en este relato no hay sexo como en todos los demas, ellos no follaron, pero acababan de hacer el amor.