lunes, 11 de febrero de 2013

ISLAND'S BAR (capítulo 7)


Supo que había aceptado cuando segundos despues escuchó la puerta del bar abrirse y cerrarse. había llegado el momento. Salió del almacen y encendio el equipo de musica. Pulsó el play y una dulce melodia de saxofon salio timidamente del sistema de altavoces que cubria el techo del bar. Se quitó el medio delantal y lo lanzó a la otra esquina de la barra donde quedó arrugado sobre una de las camaras refrigeradoras. Una suave percusion se abrió paso desde el techo hasta el suelo de madera y Ektor notó las vibraciones a traves de las zapatillas mientras acercaba una cubitera con una botella de vino dentro hasta una de las mesas del rincon. Apagó las luces y encendió una pequeña bola de cristal que reflejaba diminutos lunares de la luz blanca con la que la bañaban dos focos fijados medio metro mas allá. Todo estaba preparado, la penultima ficha había entrado en juego.


Adriana quería acabara lo antes posible, estaba ansiosa por probar ese manjar, así que en cuando se dio la vuelta, cogió las bolsas de basura y salió a la calle, cruzo ese trozo de patio donde en las tardes de verano ponían la terraza, hacía un poco de viento suave, ella sintió el aire frío y sus pezones se endurecieron, estaba muy sensible, era la mejor de la sensaciones que la producía la marihuana, esa hipersensibilidad especialmente en su sentido del tacto. había una luna enorme casi blanca, pasó unos segundos apreciandola era bellísima, no tenía prisa por volver a entrar, pero decidió hacerlo por si podía ayudarle a algo más.

Al entrar se sorprendió, parecia un bar diferente, la musica era diferente a la que solían poner, las luces estaban apagadas, tan solo aparecía una luz en el fondo, camino hacia alla, había una mesa con una cubitera, dos vasos, pero ektor no estaba. de repente lo escuchar andar a su espalda, se dio la vuelto y vio como caminaba hasta la puerta, echaba el cierre y cerraba la puerta con llave. Su cuerpo se tensó al verle caminar hacía ella sonriendo, con paso firme, sintiendo como sus piernas se debilitaban cuando el llego la abrazo por la espalda y hablandola al oído la acompaño hasta la mesa " ya estamos solos pequeña, pensé que no iba a llegar este momento, brindemos para celebrarlo" Ella no pudo decir nada, solo se dio la vuelta entre sus manos, y cerrando los ojos le beso, toda la tension desapareció, se sentía en el cielo.

la musica, la luz, el vino, él todo era perfecto, tenía la sensación de estar viviendo un sueño que acababa de empezar. 

"sí prefieres tengo un par de cervezas bien frías" dijo Ektor al tiempo que la soltaba para acercarse a la mesa y sacar de dentro de la cubitera dos botellas. Adriana sonrió y el regreso a su lado, cogiendo por la cintura y haciéndola girar, más comicamente que elegantemente, al ritmo de la música. Terminaron uno en frente del otro y Ektor le hizo un quiebro a sus labios para colarse hasta su cuello. Aspiró profundamente, palpó la yugular con sus labios y se quedó unos segundos notando el pulso de Adriana acelerarse. Aquella sensación lo hacia sentirse como un chiquillo travieso que estuviera a punto de hacer una travesura. Dejó que sus manos resvalaran hasta los muslos de ella mientras su lengua hacia lo propio por la clavicula para deshacer ese breve camino segundos después. La notaba estremecerse entre los brazos y estaba seguro de que ella notaba lo que le excitaba todo aquello. Se colocó a su espalda y se cerró fuertemente ella haciendo imposible que no notara el bulto de su pantalón. Ella respondió moviendo timidamente las caderas, frotando su culo contra el y provocando que no pudiera resistirse a apartar su pelo y abalanzarse sobre su cuello una vez más.

Ella se dejaba querer,sentía sus brazos rodearla y como sus manos jugaban, ese chivo tenía un encanto especial, sentí su cuerpo pegado sintiendo como su miembro creía a al inicio de su espalda, moviendose para sentirle mas. Él aparto su pelo, rodeo su cuello, y comenzó a besarla lentamente, cada cm de su piel, sentía el tacto de sus labios, la humedad de su lengua, su piel se erizaba al paso de su boca, Un gemido se escapo de su boca, Comenzaba a estar muy excitada, ya no podía controlarse. 

Mientras el continuaba su particular expedición ella, adentro su mano por detrás de su espalda para  acariciar por primera vez a aquella que sería su remanso de placer, la acarició un par de veces por encima del vaquero, creyó escuchar un suspiro de Ektor pero éste agarro sus manos y las cruzó en su pecho abrazandola desde atras " shhhhh no tenemos prisa", a ella la sorprendió esa reacción, pero no importaba, le dejaría hacerlo como el deseara

Ektor aprovechó aquella posición para acariciarle los pechos. El leve movimiento de.las caderas de Adriana fue aumentando de velocidad, igual que sus ganas por empujarla contra la pared más cercana y hacerle el amor hasta que las paredes recordaran sus gemidos. Pero se contuvo, quería savorear aquel momento de principio a fin, y cuanto más tardara este último en llegar más disfrutarian. Se deshizo de su camiseta y la obligó a inclinarse hacia la mesa que tenía delante. Ella se aferró a los extremos de la superficie cuadrada de madera, casi consciente de lo que podía acontecer después. "no te muevas" le susurró al oído antes de acercarse hasta la cubitera para regresar con un cubito de hielo. Apartó su pelo con toda la delicadeza que pudo reunir teniendo en cuenta su excitación y acaricia su nuca con los labios para hacerlo acto seguido con el hielo. Adriana clavó más aún los dedos en la mesa y se le herizó la piel por el contraste entre el infierno que comenzaba a latir entre sus muslos y el frío del hielo. Aún así no dijo nada y Ektor prosiguió con su juego. Hizo descender el hielo por la espalda desnuda de Adriana, aprovechó para desabrocharle el sujetador y que cayera al suelo, y llegó con el hasta su cintura. El hielo se deshacia más rápido de lo que había previsto así que aceleró un poco el ritmo, se agachó entre sus piernas y pasó la cabeza hasta dejarla a la altura de sus inglés. Desabrochó los vaqueros de Adriana y los hizo resbalar por sus piernas para dejarlos arrugados a la altura de los tobillos, cogió otro cubito de hielo y comenzó desde el punto en el que lo había dejado. Trazó círculos alrededor de aquel magnífico culo y se encaminó hacia la.parte interior de sus muslos.

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