martes, 25 de junio de 2013

¿Y SI ERES TU?

Aún faltaban dos horas para la salida de mi avión, viajar siempre me generaba ansiedad, era una artista perdiendo vuelos, así que prefería ir pronto y esperar antes que quedarme en tierra. El avión salía casi de madrugada y había poca gente en el aeropuerto, pocos vuelos debían de salir a esas horas.

Las cafeterías estaban cerradas pero yo necesitaba algo de beber para no dormirme, solo me faltaba dormirme en la puerta de embarque y perder el avión estando allí. Me acerqué a una maquina a por una coca-cola, había un sacando una lata, no le presté mucha atención, iba vestido con traje y llevaba una mochila de esas de guardar el portátil, debía de ser un ejecutivo.

Al coger su cambio las monedas rodaron por el suelo, me agaché a ayudarle, me miró y por unos instantes perdí la respiración, sus ojos marrones atravesaron los míos, tuve la sensación de conocer esos ojos, esa boca me era familiar, e incluso quise leer en sus ojos que el también reconocía los míos. Pero no podía ser, estaba en un país en el que apenas conocía gente y los que conocía me habían acompañado al aeropuerto. Dándome las gracias se fue, no le di más importancia.

Tras una vuelta por el aeropuerto busqué mi puerta de embarque y me dirigí hacia ella, en esa sala había 4 puertas pero solo dos vuelos programados, me senté en una de las butacas y saqué el móvil, no tenía nada que hacer así que entré a ver que se cocía en Twitter. Puse un mensajito "largas horas de espera en el aeropuerto", actualicé mi TL y el último tuit que aparecía era el de una persona muy especial para mi, a la que no conocía pero a la que tenía un cariño especial. Su tuit decía "Esta noche estoy muy cerca de ti".

Sonreí, sus letras siempre eran inspiradoras, muchas noches las pasamos intercambiando sueños a través de las letras, escribí al aire, como siempre solíamos hacer, "Esta noche me gustaría que estuvieras más cerca", teníamos los horarios cambiados y normalmente no podía disfrutar de sus letras como me gustaría, así que al menos leerle me ayudaría a pasar las horas más rápido.


Mientras sonreía el chico del traje entró en la sala, debía de salir en un vuelo que salía desde la misma sala. Se sentó en la otra parte, pero frente a mí, sacó un pequeño ordenador y lo conectó a un enchufe cercano. Yo le observaba, era muy guapo, tenía un halo de misterio, se le veía enigmático.

Actualicé varias veces pero mi mensaje no había tenido respuesta, leí un par de noticias sobre política, y volví a actualizar "No importa la distancia, cuando nuestras almas están cerca", genial eso significaba que pasaría la noche volando entre letras y sensaciones, las que era capaz de sentir a través de las letras. Él me inspiraba "hace mucho que nuestras almas están más que cerca, me gusta cuando volamos y somos uno".

El chico misterioso estaba ensimismado en su laptop, sonreía, disfrutaba de lo que estuviera haciendo, tenía una preciosa sonrisa, y seguía teniendo la sensación de haberle visto en algún lugar, mientras escribía nuestros ojos se encontraban, pero nuestras miradas se desviaban rápidamente a nuestros aparatos electrónicos cada vez que se encontraban.


"Viajamos unidos por ese hilo cristalino que nos ata en la eternidad, pues una creación tan perfecta no se puede soltar." sus letras me hacía estremecer, realmente producía sensaciones inexplicables en mi.
"Materia distante, suave, frágil... Polvo... Ceniza... Donde habita mi soplo, mi esperanza, mi llama divina"."Observar lo que soy, lo que siento desde el punto álgido de tu cuerpo..."Su facilidad para expresar sentimientos en palabras siempre había sido mucho más fácil que la mía. Yo me limitaba a marcar como favorito sus mensajes. Con él nunca sabía si algún  mensaje era dirigido a mi, pero a mi me gustaba jugar a imaginar que sí.

Actualicé y me encontré con ""Me observo y te observo. Me siento y te siento. Y no estamos tan lejos." , sentí algo especial, ese mensaje me hizo levantar la mirada y centrarme en el chico del traje, se le veía feliz, me miraba y sonreía, sonreía travieso, fijaba en mi su mirada, quería que supiera que lo hacía. Y si esos ojos me sonaban familiares porque eran los suyos??Tan solo había visto un par de fotos suyas hacía algún tiempo, podría ser. Pero él vivía a miles de km de donde estábamos, no podía ser posible.

Tenía que intentar resolver mi duda a través de esos mensajes al aire, aunque lo que yo interpretara como respuestas no lo fueran, el juego me estaba envolviendo, enloqueciendo, haciéndome disfrutar "Me estremezco solo de imaginarme observada"

Su respuesta no tardó en llegar "Mi alegría es que tus labios sean míos con sólo imaginarlos que me besan sin miedo...""Y respirarte en cada roce, en cada mordisco, en cada sonrisa... Cautivarte, seducirte... Atraparte... Y consumirte..."

Los ojos del chico del traje me devoraban, hacían que mi cuerpo ardiera, mientras que sus letras hacían vibrar a mi alma, solo pude decir "Te deseo"

La mirada del chico del traje se tornó lujuriosa, ya no me miraba como un niño travieso se había convertido en la mirada de un hombre "Tengo ganas de besarte, de comerte la boca... De borrarte esa duda de los labios con la miel de mi concupiscente presencia..."


No sabía quien provocaba que me fuera inundando por dentro, pero estaba excitada, sentía como mi vagina se contraía, como mi respiración se agitaba, ya no me importaba nada, miraba al chico del traje sin disimular lo que a mi cuerpo le estaba pasando, lo que estaba sintiendo, tenía la sensación de que a él le pasaba lo mismo, "Quiero sentirte esta noche como ninguna otra lo he hecho".

El chico del traje se levantó, desenchufó el portátil y lo metió en su bolsa, yo pensé que se me había acabado parte del juego, actualicé pero no había nada. El chico del traje se acercó a mi, sin decir nada me tomó de la mano, yo era esclava de sus deseos, de los míos, no pregunté no articulé palabra y le acompañé, nos acercamos a una puerta y la abrió era un almacén apenas entraba algo de luz desde el final del pasillo, dulcemente me puso contra la pared, sus manos se posaron a ambos lado de mi cara y me besó, era un beso deseado, era como si llevásemos años esperando a encontrarnos, nuestras manos acariciaban nuestros cuerpos aún vestidos, pronto sus manos arrancaron mi camiseta dejando a la vista mis pechos, sus manos ágilmente se deshicieron del sujetador de encaje negro, y su boca comenzó a jugar con ellos, apenas apreciaba su silueta,  un suspiro se escapó de mi boca, y su mano la tapó, debíamos ser silenciosos si no queríamos que nos descubrieran.

Mientras me besaba, lanzó su americana sobre una mesa que había a unos metros, se quitó la corbata y la puso en mi cuello, mis manos fueron desabrochando los botones de su camisa y tras deshacerme de ella mi lengua recorrió lentamente su pecho, bajando hasta su ombligo, mis manos desabrocharon su pantalón que cayó instantáneamente al suelo, me arrodillé junto a él, mi boca recorrió el tronco de su pene con los dientes por encima del slip blanco que llevaba. Estaba dura, muy dura, sabía que se moría por que me deshiciera de la tela q le separaba del verdadero placer.

No había mucho tiempo así que no le hice sufrir más, de un tirón el slip desapareció, se pene erecto lucía ansioso, mi boca se apoderó de él, lo devoró, comenzando por su glande, para continuar por el resto del tronco hasta su base, sintiendo como me faltaba el aire, mi boca comenzó a penetrase lentamente mientras mi mano le masturbaba acompañando a mi boca, bailando juntas al mismo ritmo, contagiando de ese ritmo a su respiración, sus manos acompañaban los movimientos acariciando mi pelo.

 Se apartó y agarrándome de la mano, me llevó hasta la mesa, empujando lentamente me sentó en la mesa y levanto mi falda, tiró de mi tanga de encaje y lo guardó en el bolsillo de su pantalón. Me recostó sobre la mesa, y entre penumbra vi como acercaba su boca a mi sexo, sentí su aliento caliente, su lengua se abrió paso entre mis labios mojados,  bajó x el perineo hasta mi ano, lubricándolo con mi propia sabia, su lengua comenzó a jugar con mi clítoris mientras uno de sus dedos penetraba mi ano, las palabras de los mensajes recibidos llevaban a mi mente a otro mundo, mientras él, calmaba el deseo de mi cuerpo, los gemidos se escapaban de mi boca era inevitable, pero esta vez él no intentó impedirlos, dos dedos me penetraban duro mientras su boca masturbaba mi clítoris, no aguantaba más mi cuerpo se lo contaba como si fuese un secreto, él me entendía perfectamente e incrementó el ritmo, mi cuerpo se tensó, y una melodía de placer hizo vibrar cada cm de mi piel, se hizo el silencio mientras mis pulmones se esforzaban por intentar coger aire para reponerme.

Me incorporé y mientras mi lengua recorría la comisura de sus labios mis manos dirigieron su polla hacía mi, lentamente me penetró, nuestros torsos se unieron, nuestras manos nos abrazaron, su cuerpo me embestía, cada vez más profundamente, mis uñas resbalaban por su espalda, mis dientes mordían su cuello, mientras sentía como se incrementaba el latido de su corazón. Algunos ruidos se escapaban de sus labios, cerca de mi oído, apenas imperceptibles. La fuerza de las embestidas fue in crescendo. Y la exhalación del orgasmo, la sentí en la mía sentí su gemido ahogado en mi garganta mientras me apretaban con él y se deshacía dentro de mí. Entre sudores, caricias y besos, su cuerpo fue despertando tras unos segundo de vuelo por el cielo.

Se vistió y dándome un beso en la frente, me dijo : " sal en unos minutos, para que no nos vea nadie salir juntos, gracias por este viaje mi niña"


Aún estaba recuperándome, no me dio tiempo a reaccionar, cuando quise darme cuenta, él ya no estaba.

Me vestí y salí a la sala de embarque, mis ojos le buscaron por toda la sala, uno de los vuelos estaba embarcando, se habría ido en ese?? No importaba, me sentía llena de una felicidad inconmensurable, había sido mágico.

Sin poder dejar de sonreír  volví a tomar mi asiento aún quedaba media hora para q comenzase el embarque de mi vuelo.

Saqué el teléfono de mi bolso y ansiosa actualice su perfil.

"Para sentirme solo tienes que dejarte llevar y cerrar los ojos, solo tienes que desear tenerme a tu lado y allí estaré"


No sabía si había sido el, y nunca lo iba a saber, lo que tenía claro es que había sido a él a quien le había hecho el amor esa noche.

sábado, 22 de junio de 2013

SUEÑOS DE UNA PEQUEÑA SOÑADORA

Una voz me despertó, "preparando aterrizaje, abróchense los cinturones, el respaldo del asiento en vertical...", estábamos a punto de aterrizar, ese viaje era importante para mi, era algo que hacía algunos años se quedó pendiente y de algún modo necesitaba hacerlo para cerrar esa página para siempre. El avión tocó suelo, por muchas veces que vuele nunca dejo de tener esa sensación de alivio cada vez que ya sé que estoy con los pies en la tierra. Las puertas se abrieron y una bofetada de calor húmedo me sacudió, estaba en el Caribe, por un segundo sentí que mis pulmones eran incapaces de respirar, pero esa sensación no era nueva ya la había tenido hace unos años, cuando hice el mismo trayecto por él. Esta vez sería diferente, él hacía tiempo que no estaba y yo iba a cumplir ese viaje especial que teníamos preparado aunque fuese sóla, no soy de las personas que les guste dejar cosas pendientes, quizás fuese duro, o quizás no, sólo el destino sabía que me depararía esa aventura, en la que yo sólo buscaba descanso y cerrar heridas.

Salí rápido del aeropuerto, es lo que tiene viajar con tan solo una pequeña maleta de mano, busqué un taxi y me dirigí al puerto, allí Mary, una mujer Americana que regentaba unas cabañas en la isla a donde iba, me dijo que mandaría a alguien a recogerme.

En el taxi iba sobrecogida, no había vuelto a escuchar ese acento desde que Él y yo nos despedimos llorando en el aeropuerto de Madrid porque nuestra historia no podía avanzar más. Todo me recordaba a él. Aquello iba a ser más difícil de lo que me esperaba.

Caminé hasta el lugar en el que Mary me había descrito que estaría la barca, pero allí no había nadie. Pregunté a unos pescadores y me confirmaron que era el lugar, que no me preocupara que no se demorarían. A lo lejos vi acercarse una pequeña barca con motor, la conducía un muchacho joven, con el pelo medio largo, moreno, que agitaba la mano saludando, parecía indicar: "tranquila que ya estoy aquí", y en verdad sentí alivio al verlo.

Al llegar a mi altura cogió mi maleta y me ayudo a bajar, se disculpó, era el hijo de Mary, no trabajaba en el alojamiento, estaba sólo de visita, pero la persona que tenía que recogerme había tenido un pequeño percance y tuvieron que ir a buscarlo a la playa donde estaba buceando para fuera a recogerme. Hablaba pausado, su voz transmitía tranquilidad, sus ojos eran vivarachos y rebeldes, tenían algo especial que te atrapaba, te hipnotizaba. Una pregunta me sacó de mi ensimismamiento ¿Y como conoce esta pequeña isla una española? Esa si que era una pregunta que yo no quería responder. "Es una larga historia, no importa como ni porque, lo importante es que estoy aquí". Sus ojos se abrieron y su boca esbozó una sonrisa "si te apetece después brindaremos por eso", sin darme tiempo a contestar se puso en pie, estábamos llegando a la playa, se quitó las chanclas, paró el motor y saltó al agua, le pasé mi maleta y aunque bien podría haberme bajado por el lado de la arena quise hacerlo donde él estaba, retiré mis sandalias, las lancé a la arena, me senté en el borde de la barca recogí mi falda por encima de las rodillas y salté, él reía travieso, debía de pensar que estaba loca, pero extrañamente me sentía feliz, el agua cubría por encima de mis tobillos, pero quería sentirla.

Él dejó la maleta en las maderas que conducían a la cabaña principal donde suponía estaba recepción o el restaurante y volvió a por mí, la falda se me soltó y acabó arrastrando en el agua, yo solté un pequeño grito y él rió a carcajadas, comencé a dar patadas al agua para salpicarle con el pie, en un segundo ambos estábamos empapados. " Estás loca, mi madre va a seguir pensando que soy un irresponsable" yo reí "diré que fue mi culpa".

Entramos en el hall, Mary al vernos entrar cambió su cara...solo atinó a decir "Pero....", él riendo dijo " te traigo a la española, sana y salva aunque un poco mojada, y rió", su madre no reía, me presenté y riendo le dije que la culpa había sido mía, él quería enseñarme la habitación pero la madre le dijo que se cambiara que tenía que hacer cosas.

Mary me pidió disculpas, me dijo que su hijo era un loco, que siempre andaba de aquí para allá que no se centraba en nada, que siempre pensó que se le pasaría algún día y que a esas alturas ya había perdido la esperanza, pero que era maravilloso, que la adoraba y que la hacía reír incluso cuando se enfadaba, que sabía cuando llegaba a verla pero nunca hasta cuando se quedaría. " Faltan tres horas para la cena acomódate, descansa un poco y luego nos vemos" me dijo antes de cerrar la puerta, era una mujer muy amable, de joven debió haber sido bellísima, aún conservaba un bonito cuerpo.

Me tumbé desnuda sobre la cama, estaba en el piso de arriba, era una cabaña de caña pero tenía un gran ventanal desde el que se veía el mar, estaba observando las olas en esa playa desierta cuando le vi llegar, se quitó su camiseta y comenzó a correr, estaba moreno, tenía un torso lindo, corría descalzo, en pocos minutos lo perdí de vista, me había hecho sentir como una niña traviesa entrando empapados en el hall, no podía evitar sonreír al recordarlo.

Apareció de nuevo en el horizonte regresó corriendo hasta el lugar donde había dejado su camiseta y corriendo como si de un niño se tratase entró en el agua rompiendo de cabeza contra la olas, era una imagen maravillosa, era la viva imagen de la libertad, mientras le observaba acariciaba mis pechos, esa mezcla de libertad, de locura, de travesura, me hacía sentir, está vez no se dirigió al lugar de donde vino, se acercó hasta mi cabaña, estuvo unos segundos frente a ella, yo inmóvil, sin respirar, el corazón palpitaba a mil, fueron unos segundos que se hicieron eternos, pero pasó de largo. Mi cuerpo, mi mente reaccionaba a cada uno de sus gestos, que estaba pasando, ¿que era aquello? Lo sabía pero temía pensarlo era magia, aunque en el fondo lo deseaba.

Apenas faltaba media hora para la cena, sentía algo dentro de mi que me hacía sentir intranquila, intranquila pero feliz, me había preparado para un viaje de sensaciones pero esa no había entrado en mis posibilidades.

Disfruté de una larga ducha, el agua fría resbalaba por mi cara, me encantaba esa sensación, mis manos enjabonaban el cuerpo, disfrutando de su suavidad, recreándose en cada rincón, es bellísima la sensación de amarse a uno mismo, de mimarse, de quererse. Me sentía libre, supongo que ver la libertad reflejada en cada gesto de aquel hombre me había dado cierta envidia. Y así quería seguir sintiéndome, me puse un vestido finito cómodo, con un escote en pico que sujetaba mis pechos generosos sin ropa interior, no quería ataduras, serían unos días de libertad absoluta.


Me senté en una mesa retirada, la que más cerca de la piscina estaba, de fondo se veía el mar y el sol esconderse, era un lugar verdaderamente bello, la luna asomaba en lo alto pero aún había demasiada claridad para poder recrearse en ella, el camarero vino a preguntar que iba a querer cenar, sin duda quería algo fresquito una ensalada estaría bien y tal y como él me aconsejó la mejor opción sería un pescadito, solían cocinar lo que pescaban la noche anterior, era una gran plan, y un vino fresquito por supuesto, me encanta el vino. Miré a mi alrededor y tan solo había cinco o seis parejas acarameladas, ese debía de ser un destino romántico de luna de miel o de especiales celebraciones, y en verdad así fue para lo que yo lo descubrí tiempo atrás, pero no me generaba ninguna sensación negativa al contrario me resultaba divertido observarles, en verdad el amor cuando está en su punto álgido es bonito.

Estaba dando un sorbo a mi copa de vino cuando una voz se dirigió a mi desde detrás de la barandilla que separaba la piscina del restaurante “hola bonita, ya te acomodaste?” al girar le vi, un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, continuaba mirándome con ojos de travieso, sonreía porque sabía que me había sobresaltado al escucharle. “Estaba con la cabeza en otro lugar me has asustado” “Me di cuenta, tan feo soy” .Que debía de contestar a eso?? Feo?? Si me parecía el hombre más atractivo que había visto nunca. “Uy que vanidoso, intentas que te diga lo guapo que eres?? No te diré algo que ya sabes” y le guiñé el ojo mientras reía. “Esperas a alguien para cenar?? Quieres cenar sola?? O permites a este loco que comparta mesa contigo??”.Con voz seria le contesté “Sería un placer compartir mesa y charla con usted caballero” y saltando por encima de la barandilla pasó al lado de la mesa, “Voy a avisar de que traigan dos de lo que hayas pedido”. Se acercó al camarero y regresó sonriendo.


Pasamos largo rato cenando y conversando sobre nuestras locuras, nuestro concepto sobre la felicidad, el amor, la pasión, el compromiso, en definitiva sobre nuestra forma de ver la vida. Habíamos terminado de cenar, la noche nos había vencido, se hizo el silencio entre nosotros, miramos a nuestro alrededor, las parejas estaban mucho más cariñosa que al empezar la cena. “Es grato encontrar alguien con quien conversar en un lugar como este, donde las almas perdidas como tu y como yo no tenemos mucha cabida" "No se que habría sido de mí si estuviera aquí sola mirando esta estampa" reímos juntos, "Demos un paseo por la playa" me dijo mientras se levantaba y me ofrecía su mano, por supuesto le seguí, "dame un segundo" salió corriendo hacia dentro del restaurante, salió con las manos detrás y corrió de nuevo a mi lado, cuando llegó a mi altura me enseñó una botella a medias, como el niño travieso que la consigue a escondidas. Nos sentamos en la playa.

Había una preciosa luna menguante, abrió la botella y le dio un trago, yo intenté hacer lo mismo pero mi garganta ardía, él por supuesto se reía de mi, estábamos mucho más cerca, las conversaciones de la cena habían quitado muchas barreras, ambos creíamos que la vida había que exprimirla, ambos entendíamos el amor como algo maravilloso que no necesariamente debía de ser convencional, ambos entendíamos las locuras como medio de vida, y la magia como el alimento que nos quita la sed.

Nos miramos, sabíamos cuanto nos deseábamos, su sonrisa fue desapareciendo levemente, mis ojos no podían dejar de mirar esos labios, esos que habían pronunciado tantas palabras que me habían atrapado, esos que me moría por besar, que me moría por morder, lentamente se acercó, sus labios rozaron los míos, mi cuerpo se estremeció, lo deseaba tanto, que el placer que ese roce me proporcionaba era inconmensurable, instintivamente mi boca se entreabrió, quería probarle, saborearle, esta vez sus labios se apoderaron de los míos mientras sus manos me abrazaban, el mundo se había parado, no había palabras no las necesitábamos, mirándome en silencio, acercó sus manos a mis pechos los acarició sobre la tela, sonrió al sentir endurecerse uno de los pezones, y darse cuenta de que no llevaba ropa interior, sus dedos agarraron en vestido y poco a poco lo bajaron hasta dejarlas al descubierto.

Sus ojos expresaron sorpresa, eran grandes, pero la forma en que mordió sus labios le delató, sin duda la resultaban apetecibles, su boca se acercó, su lengua lo recorrió lentamente mientras mis dedos jugaban con su pelo. Un sonido nos sobresaltó, era su teléfono móvil, se incorporó protestando para poder sacarlo, yo reía porque había sido muy inoportuno, mientras él se entretenía apagándolo yo me incorporé, me quité el vestido y desnuda salí corriendo hacia al agua donde sin pensámerlo me metí saltando contra las olas, volteé al verle y me estaba mirando incrédulo, pero tras unos segundos de incertidumbre se desnudo y corrió hacia mi.

"Perdóname, que inoportunos" "Nada tranquilo, nos han roto la magia" le dije poniendo pucheros, se puso serio, se acercó y me dijo "La magia está aquí y aquí" primero posó su dedo sobre mi pecho y después dio un beso en mi cabeza, "Ya nadie podrá quitarnos la magia", yo solo bromeaba, no esperaba una contestación tan seria, pero me había hecho sentir bien, yo sabía que eso existía y que no iba a desaparecer así como así, ninguno quería que lo hiciese. Me acerqué y bese sus labios, mis manos abrazaron su espalda, lo apretaron contra mi, quería sentir cada cm de su piel, quería que fuésemos solo uno, nuestras bocas se devoraban tiernamente, pero con una lujuria que iba en aumento, sentí su pene erecto endurecerse contra mi piel, mi mano se acercó a él, lo acarició, mientras mis dientes mordían su labio. Quería alargar aquello el máximo tiempo posible, quería que esa noche fuese eterna, mis piernas rodearon su cintura, y mi clítoris, hinchado sentía el roce contra él con el vaivén de las olas, sus manos apretaban mis nalgas, meciéndome para sentir ese roce que nos estaba volviendo locos a ambos, él soltó mis piernas de su cintura, y sin dejar de besarme buscó la humedad de mi sexo, humedad que no se debía a estar en el agua, era una humedad caliente sedienta de caricias, de mimos, de embestidas y sexo.

Dos dedos me penetraron mientras su boca se adueñaba de uno de mis pezones, lo mordía, sentí dolor, pero era placentero, ese dolor me hacía saber que estaba viva, no se trataba de un sueño. Mi respiración estaba agitada, eran tres ya los dedos que me penetraban mientras que su dedo gordo frotaba mi clítoris, nuestras bocas no se separaban...ahogaba mis gemidos en la suya, mientras mis manos se aferraban a su cuello a su espalda, donde podían, estábamos entregados bajo la luna. De un movimiento volví a poner mis piernas en su cintura y con sus manos en mis caderas lentamente me penetró, lentamente, mirándome a los ojos, ellos se decían todo aquello que las palabras eran incapaces de transmitir, comencé a moverme para hacerle disfrutar, para hacerme disfrutar, mis caderas hacían movimientos circulares mientras él apretaba duramente mis glúteos, ya no éramos personas, nuestras cabezas ya no mandaban en nuestros cuerpos, en nuestros deseos, éramos tan sólo dos animales dando rienda suelta a su instinto, bailando al son que el mar les marcaba. Estábamos salvajes, cabalgaba sobre su miembro como si no hubiese un mañana, sentía como golpeaba contra el fondo de mi vagina, me sentía llena, dos orgasmos recorrieron mi cuerpo en ese rato, ahogando mis gemidos en su boca, mezclando la humedad que mi cuerpo emanaba con la del mar. Después del segundo me bajó de encima suyo y sin dejar de abrazarme y besarme me llevó hasta la arena, le tumbé sobre ella, besé su cara, besé su cuello, deslicé mi lengua hasta su ombligo, y bajé hasta su sexo, mi lengua lo recorrió, saboreando de ese modo, el elixir que él había provocado, aún sabía a mí, se estremeció, lentamente mi boca fue succionando hasta hacerlo desparecer, él miraba al cielo absorto en su placer, su mano acariciaba mi pelo, acariciaba mi cara, mientras mi lengua jugaba con su glande, mientras mi lengua recorría su tronco para después penetrarse varias veces. Sentía su respiración aumentar el ritmo, sentía como los gemidos se escapan de su boca, suponía que no le quedaba mucho tiempo.


Se incorporó y se tumbó sobre mi, lentamente me penetró y comenzó a embestirme cada vez con mayor cadencia, ambos gemíamos como si la vida se nos fuera a escapar después de aquello, la luna era testigo de lo que estaba ocurriendo y no nos quitaba ojo, pero que ella nos observara nos excitaba aún más. Tras una profunda embestida clavé mis uñas en su espalda, señal inequívoca de lo que estaba a punto de ocurrir, y en una sincronización perfecta nuestros cuerpos se sacudieron al unísono, sentí como su leche caliente invadía mi cuerpo, como su pene daba espasmos trasmitiéndome sus sensaciones, sentí como habíamos compartido lo más grande que teníamos nuestros corazones y nuestra intimidad.

Pasamos varios minutos así, abrazados sin hablar sin pensar, solo sintiendo, recuperando el aliento, volviendo a la realidad.

Nos incorporamos nos vestimos y fuimos hacia mi cabaña, en la puerta había una hamaca entre dos palmeras "Has dormido alguna vez en una hamaca??" moví mi cabeza en señal de negación, "pues si te apetece, siempre tiene que haber una primera vez para todo". Entre por unas toallas, me acomodé entre sus brazos y con una paz que no recordaba haber sentido jamás me dejé envolver por el sonido del mar, el olor a sal, y el calor de su cuerpo pegado a mi, pensando que si eso había sido un sueño no quería despertar jamás.


















domingo, 2 de junio de 2013

CITA DE TRABAJO

            Estaba preparando un documental sobre las protestas que se estaban produciendo en las principales ciudades españolas, había un muchacho que tenía un blog muy interesante que solía frecuentar y que documentaba con muy buenas fotografías y pensé que podía ser una buena idea ponerme en contacto con él, quizás no le importase compartir conmigo parte de su material.

            Le puse un mail y unas horas más tarde tenía su respuesta en mi buzón, no le importaba cederme sus fotografías, y me proponía quedar para tomar unas cervezas y entregármelas al día siguiente en una cafetería del centro. Por supuesto le agradecí el gesto y le dije que allí estaría, le facilité mi móvil y le dije que me avisara cuando llegara para ver como nos reconocíamos.

            El día se complicó iba muy justa de tiempo, pero no tenía su número para poder avisarle, el móvil sonó, acababa de llegar un mensaje, "ya estoy aquí, como vas?", me faltaba un poco x llegar, "estoy al lado, lo que tarde en aparcar, llevo un vestido largo y un pañuelo blanco en el pelo, avísame cuando entre ;-)" contesté.

            Metí el coche en el parking y subí a la plaza donde estaba la cafetería, abrí, entré y miré a los lados, al fondo un chico levantó la mano, se levantó mientras me acercaba, era alto, moreno y tenía una gran sonrisa.

            Me dio dos besos y me senté a su lado, me disculpé por los 10 minutos de retraso," voy a pedirme una cerveza, quieres tu otra?""vale". Volví con dos tercios y me senté a su lado a ver las fotos, me había traído un cd, y me enseñaba en su ipad las fotos q me había entregado, me iba contando la historia de cada foto y yo mientras tomaba notas en un pequeño cuaderno.

            De repente perdí el hilo de la conversación, le observaba, le ponía mucho empeño en lo que hacía, era vehemente en sus explicaciones, se le veía que disfrutaba con su trabajo, le superaban las injusticias. Tenía unos ojos enormes marrones oscuros tremendamente expresivos, gesticulaba con las manos, era verdaderamente atractivo.

            Terminamos de ver las fotos y pedimos otra cerveza, por fin nos mirábamos a la cara, había muy buen rollo, había feeling, cada vez estábamos más cerca. Las risas se sucedían, yo llevaba un vestido de tirantes fucsia y blanco con generoso escote, él ya estaba desinhibido y no disimulaba sus miradas a él. El juego había comenzado y era solo cuestión de tiempo, solo había que jugar, su mano busco la mia por debajo de la mesa y la agarró, los dedos se entrelazaban, seguíamos charlando y riendo, pero manteníamos un diálogo paralelo con nuestras manos, q aumentaban o cesaban la presión para comunicarse.

            Durante un instante las palabras cesaron, nuestros ojos se encontraron y lentamente nuestras bocas se unieron, fue un beso lento, suave, dulce, nuestras manos se apretaban fuertemente, disfrutando de ese momento tan esperado. Nuestras lenguas jugaban a un maravilloso baile y nuestros pulsos se aceleraban, el mundo se había parado ya no había más sonidos que nuestras respiraciones ni más gente en el bar que nosotros mismos, sus manos me acariciaban por debajo de la mesa y las mías le buscaban a él, se levantó "vámonos de aquí", pagamos y salimos jugueteando, nos dirigimos hacia la plaza y pasar al lado de las escaleras del parking tiré de él.

            Bajamos las escaleras hasta el segundo piso, ya no eran besos dulces, era lujuria en pequeñas dosis, servidas en cada columna como si de un delicado perfume se tratase, llegamos a mi coche, intentaba buscar la llave pero era imposible, sus manos y su boca lo impedían, estaba muy excitado, mi mano acariciaba su sexo por encima del vaquero estaba muy duro, sus manos liberaron mis pechos por encima del vestido, su boca jugueteaba con uno de mis pezones. Escuchamos gente, nos recolocamos y busqué las llaves, una pareja de señores mayores pasaron, nosotros reímos, estuvieron a punto de pillarnos, pasamos a la parte de atrás, era amplia estábamos cómodos.

            Él se sentó y desabrochó su pantalón, mi boca buscó la suya mientras bajaba la cremallera de su pantalón, mi mano sacó su polla y comenzó a acariciarla, estaba dura, mi lengua se acercó a ella, acarició con la punta su glande y se humedeció con unas gotitas de salían de él para ayudar a lubricarla, él suspiraba, mi lengua jugueteaba con ella, recorría la corona del glande, para después succionar lentamente e introducirla lentamente en mi boca, su mano ya se había colado debajo del vestido, apartaba mi tanga y me acariciaba el clítoris, me penetraba con un dedo y volvía acariciar mi clítoris.

            Oíamos a gente que pasaba y entonces nos quedábamos inmoviles mirándonos hasta que dejábamos de escucharlos. "Al final nos van a pillar" le dije, me agarró y me incorporó besándome, me senté sobre él aparté el tanga y lentamente me senté sobre su polla, sintiendo como me iba llenando, sus manos liberaron mis pechos y comenzaron a acariciarlos, primero lentamente, para ir aumentando la dureza de sus caricias a medida que yo aumentaba el ritmo de mis caderas, mis pechos botaban cerca de su cara, nuestras bocas se hacían una, mis dientes mordían sus labios, ya daba igual si la gente nos veía, aquello era instinto, pasión, lujuría, ya nada más importaba, sus manos agarraban mis caderas para imponer el ritmo que estimaba oportuno, yo me dejaba llevar, estaba muy excitada, intentaba morder mis labios para no gritar, pero no conseguía evitar todos los gemidos.

            Mis dientes mordisquearon el lóbulo de su oreja, juguetearon con ella "pequeño, no tenemos tiempo, nos van a ver". Erguí mi espalda y mientras acariciaba mis pechos comencé a penetrarme, duro, nuestras respiraciones estaban aceleradas, me paró y comenzó a moverse él, me penetraba rápido, duro, mientras  nuestras lenguas entrelazadas se daban aliento, entre gemidos nuestros cuerpos se tensaron, estábamos a punto, retomé el mandó y me penetré profundamente, contrayendo mi vagina para que la sintiera, nuestras bocas se devoraban, ambos explotamos en un huracán de placer, sentí como su polla se tensaba dentro de mí, como daba varios espasmos, y me llenaba de su leche caliente, al tiempo que una ola de placer recorría todo mi cuerpo.

            Reposamos un par de minutos abrazados recuperando el aliento, sin hablarnos. "Vamonos" le dije, y pasamos a la parte de delante, salimos del parking, me dirigía dirección a su casa, sentía como su leche aún resbalaba x mis muslos, y eso me hacía permanecer excitada. En cada semáforo nos besábamos, íbamos jugueteando, acariciándonos, al llegar a la puerta de su casa un coche salía y dejaba libre una plaza de aparcamiento "aparca anda, sube y pedimos algo de cena, lo de antes ha sido sólo un aperitivo".


            No me lo pensé dos veces, quería el segundo plato y sobre todo, estaba deseando que llegara el postre.