El camarero le dio su cerveza, ella sacó unas
monedas y las dejó sobre la barra, gracias le dijo ella ," a ti
preciosa" contesto él sonriendo, ella se dio la vuelta y caminó hacia su
mesa, iba sonriendo pensando en que tenía una sonrisa encantadora, se sentó con
su cerveza, le observaba, no solo tenía la sonrisa mas bonita que ella había
visto jamás, además era tremendamente atractivo, en ellas estaba cuando se dio
cuenta de que el muchacho de la barra, la sacaba la lengua como si fuera un
niño travieso, ella rió por el gesto y porque
se decía para dentro, el pobre debe de pensar que que hago aquí sola que si
me han dejado tirada. Ella levantó el peta en alto y se lo ofreció, era lo
mínimo después de sacarla esa sonrisa.
No había podido apartar la mirada de su cuerpo,
había algo en ella que espoleaba su deseo y lo empujaba a conocerla. Sacarles
la lengua siempre las hacia reír y su sonrisa, una vez más, había surtido
efecto. Ella le había devuelto la sonrisa y había levantado la mano con la que
sostenía el porro que se estaba fumando. Aquello era una invitación, y no dudo
ni por un segundo en aceptarla. Salió de la barra y se acercó hasta ella.
- Buenas, esa hierba huele muy bien -le dijo luciendo aquella sonrisa una vez más-. Me llamo Ektor.
- Pues ya sabes lo que dicen: sí huele bien...
- ...mejor sabrá! -terminó su frase y se sentó en el puff de su derecha.
Se llamaba Adriana, y tal y como pudo comprobar al acariciar levemente su mano al coger el porro su piel era tan suave como había imaginado cuando se fijó en ella por primera vez. Aún le duraba la excitación que Blanca había despertado en el con la escenita del almacén y el roce de su culo, y Adriana desprendida un morbo que aún alimentaba más esa excitación. Estuvieron charlando de banalidades, al parecer Adriana estaba allí esperando a un amigo al que llevaba mucho tiempo sin ver, y Ektor paseaba una y otra vez su mirada desde su escote a esos jugosos labios que ella contaría con cada nueva calada.
- Tenías razón, esta marihuana sabe muy bien. Pero estoy seguro de que no es lo único de ti que sabe bien -le dijo escribiendo una sonrisa picar.
- Buenas, esa hierba huele muy bien -le dijo luciendo aquella sonrisa una vez más-. Me llamo Ektor.
- Pues ya sabes lo que dicen: sí huele bien...
- ...mejor sabrá! -terminó su frase y se sentó en el puff de su derecha.
Se llamaba Adriana, y tal y como pudo comprobar al acariciar levemente su mano al coger el porro su piel era tan suave como había imaginado cuando se fijó en ella por primera vez. Aún le duraba la excitación que Blanca había despertado en el con la escenita del almacén y el roce de su culo, y Adriana desprendida un morbo que aún alimentaba más esa excitación. Estuvieron charlando de banalidades, al parecer Adriana estaba allí esperando a un amigo al que llevaba mucho tiempo sin ver, y Ektor paseaba una y otra vez su mirada desde su escote a esos jugosos labios que ella contaría con cada nueva calada.
- Tenías razón, esta marihuana sabe muy bien. Pero estoy seguro de que no es lo único de ti que sabe bien -le dijo escribiendo una sonrisa picar.
Ektor acaba de pronunciar una frase de la que ella
no sabía salir, pero no fue necesario "buenas tarde pero seguro, lo
siento",Manuel llego en el momento justo, podríamos decir que ella se
sintió salvada por la campana. Ektor se levanto preguntándole a Manuel que que
le traía, y se fue caminando hacia la barra para poner una coca cola. El resto
del tiempo paso rápido entre conversaciones acerca del pasado y del presente de
sus vidas, anécdotas y recuerdos.
"estoy seguro de que no es lo único de ti que
sabe bien" esa frase seguía dando vueltas en su cabeza, cada vez que sus
miradas se cruzaban, ella sentí un cosquilleo en su vientre que bajaba hasta su
sexo que habría pasado si Manuel no hubiese llegado, era guapísimo así que
sabia que no podía dejar pasar esa oportunidad, le contó a Manuel lo que había
pasado, saco una libreta del bolso y un boli y escribió su Telf. y una nota
"usalo cuando quieras", se acercó a la barra y sonriendo le pidió
otra cerveza, a la que le dejabas para pagar la consumición dejo caer el papel
en su mano. Le saco la lengua como el había hecho minutos antes y volvió a la
mesa riendo.
Ektor miró el pequeño trozo de
papel, después miró a Adriana alejándose y volvió la vista al numero
de teléfono que acababa de darle. En tan solo un segundo
desfilaron por su mente diferentes imágenes que tenían una
cosa en común en todas ellas Adriana se mordía el labio
para no gritar de placer. Se la imagino a cuatro patas mientras el se deslizaba
bajo sus muslos para saborear su excitación .. encima suyo moviendo
las caderas en círculos .. se la imagino recorriendo su pecho
con la lengua o empujándola contra la pared para hacerla suya. Tenia
ganas de jugar, de aumentar ese morbo hasta que no pudieran aguantar solo con
fantasear. sacó su teléfono del bolsillo y guardó el numero en su
agenda. comprobó que el nuevo contacto aparecía en su whatsapp y su
lado mas travieso empezó a hacer de las suyas. el primer mensaje fue una
indirecta, el comienzo de un juego al que le encantaba jugar.
"quería usarlo incluso antes de que me lo dieras". No tardó en
escuchar el todo de aviso de un móvil al otro extremo del bar, dirigió su
mirada hacia la mesa en la que estaban sentados Adriana y su acompañante
y vio como ella sacaba
el móvil y sonreía tímidamente al leer su mensaje.
Antes de que tuviera tiempo de contestarle volvió a sacar
el teléfono para escribir un nuevo mensaje. "a decir verdad no
es lo único que me gustaría usar contigo"
Si había decidido dárselo en ese
momento y no cuando se fuera fue porque ella quería dejar abierta la
posibilidad de los acontecimientos se propiciaran esa noche, se sentía
excitada, la sonrisa de ese chico no dejaba de bailar entre sus piernas, y
siempre había disfrutado de dejar pistas para que ellos se creyeran los
conquistadores, si no era esa misma noche, sabía que lo haría en un par de días
máximo. Llego a la mesa se sentó y el Telf. sonó, miró a la barra
mientras lo sacaba y observó como Ektor metía rápidamente el Telf. en su
bolsillo, de antemano sabía que era él. Comenzaba el juego...
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