martes, 4 de octubre de 2016

HACER EL AMOR

Era una tarde lluviosa y calida de otoño ella cogía un taxi tras bajar de un largo viaje en avión, tenía una mezcla de sentimientos, preocupación y nervios, la había costado mucho decidir ir y no sabía como reaccionaria él.

Los últimos tiempos habían sido muy dificiles, ellos se habían amado de una forma muy especial, pero algo ocurrió y ella se perdió en el camino y le hizo pagar esa confusión a él, bueno y a algunos más, pero a pesar todo ambos seguían queriendose, y él no estaba bien, se le habían juntado muchas cosas a ni el emocional y además no se sentía bien fisicamente. Ella estaba muy preocupada sobre todo por su salud y tenía la necesidad de ayudarle de algún modo, le amaba con toda su alma.

Y allí estaba, lejos de su casa, sin saber muy bien como iba a hacerlo, tan siquiera tenía una dirección a la que ir, de repente sintió miedo, y si no quería verla?, nada más llegar ese sentimiento frenó su cabeza, respiró hondo y se dijo a sí misma en ese mismo, no!!! Esta vez tus miedos no iban a parar la locura que estaba haciendo, fue hacia la zona de la ciudad en la que sabía que él estaría, entró en una cafería pidió un café y mandó un mensaje a un amigo para decirle que necesitaba que le hiciera un favor, pasó algo más de una hora hasta que este leyó el mensaje:

- "claro pequeña si yo puedo hacer algo dime" 
-"estoy aqui"
- "aqui donde?"
- "Aqui a vuestro lado" 
-"lo se pequeña se que estas"
- " no, ha vuestro lado de verdad, estoy en el café Malibu"
- "como? Estas loca"
-"lo estoy, debo verle"
- "voy a por ti"

Tardó 40 mimutos en llegar, no sabía si se le hicieron eternos o pasaron volando, pero la puerta se abrió y allí estaba, sintió felicidad y alivio al verle, se sentía desubicada rodeada de gente a la q no entendía. La recibió con una enorme sonrisa, la rodeó con sus brazos y la apretó fuerte contra él. 

-"Estas loca, y si no llego a estar??"
-"No se, no lo pensé siquiera, como está Roberto? Me gustaría ir a verle" 
-"no está muy bien, pero lo estará, vamos"

Fueron en coche durante un rato escuchando música mientras la contaba que era vada lugar por el que pasaban, ella le prestaba atención aunque su corazón se le salía por la boca, el coche se paró frente a una casa, Tomás la miró y los ojos de ella se empañaron, agarró su mano y la dijo que estuviese tranquila que todo iría bien, entraron en casa y tras preguntar le dijeron que roberto estaba en la playa paseando al perro, besó su mejilla, y la señaló el camino.

Respiró hondo y salió, llovía, una lluvia fina que no molestaba pero de esas que mojan, el sol intentaba esconderse abriendose paso entre las nubes, allí a los lejos le veía tirando una pelota al perro que corría tras ella, vi como se sentaba en unas rocas mientras el pequeño saltaba a su alrededor moviendo el rabo, el perro se alejó correteando como sabiendo que su dueño quería estar sólo, quería perder su mirada en el horizonte. Cuanto más se acercaba más nerviosa se ponía, no sabía que iba a decirle, se había dejado llevar por un impulso que la decía que tenía que ir a verle, pero una vez allí no sabía ni que decir, se quitó las sandalias al sentir la arena, estaba humeda y fresquita, la gustaba esa sensación, al acercarse a las rocas dejó las sandalias en el suelo se remango el vestido y sigilosamente  muy despacito se colocó detrás de él, se arrodilló y le rodeo con sus brazos, él no se inmuto, era como si su cuerpo estuviese allí pero su espíritu no, le apretó fuerte sintiendo su espalda a traves de la ropa mojada, pegando su pecho contra él, y colocando su cabeza junto a la suya, besó su mejilla, pasaron varios minutos y su espiritú volvió a su cuerpo, sus brazos rodearon los de ella, no necesitaban tan siquiera mirarse, él sabía que era ella porque sus cuerpos y sus corazones se conocían.

Por un instante el tiempo se paró, la lluvia mojaba sus cuerpos, y al golpear las gotas el agua del mar ponían melodía a ese momento de paz, él giró su cuerpo sin soltar sus manos, y la miró, se miraron a los ojos, había dulzura, ternura, había sufrimiento y dolor, pero sobre todo había un enorme cariño y una magia especial.

Ella acariciaba sus manos, eran suaves aunque trabajadas, el sólo roce con ellas la hacía estremecer, soltó una mano y acarició su cara, acariciaba cada arruga, la gustaban, la hacían sentir cada una de las mil historias que él había vivido y alguna había compartido con ella, las seguía con la punta de sus dedos suavemente, como un invidente que quiere reconocer y memorizar a quien tiene a su vera, sin dejar de mirarse, siempre había pensado como sería mirar esos ojos, otros lo habían descrito, pero nada tenía que ver con todo lo que ella había imaginado, siempre pensó que la inquietarían, que la intimidarían, pero nada más lejos de la realidad, eran un remanso de dulce paz en el que perderse, en ese instante pensó que se quedaría a vivir en ese rincón azul toda la eternidad y esbozó una sonrisa, en ese mismo instante una gota de sal brotó de ese intenso mar, ella sin dejar de sonreir acercó su boca y la recogió con sus labios, mientras acariciaba su cara acercó sus labios a los de él cerrando sus ojos, sólo quería sentir. Sintió como esa lengua afilada que tantos cristales había cortado la acariciaba slowly, con un tierno cuidado como temiendo poder herirla con su filo. Sus manos acariciaban el pelo empapado de ella, se fusionaron por un momento, compartiendo sus miedos e inseguridades transformados en una humeda caricia, compartieron la vida en el eco de un segundo siendo sólo uno, unidos por el alma.

Tras el beso la miró y siguió con sus dedos las gotas de lluvia que goteaban por la punta de su nariz. El vestido estaba empapado y se pegaba a sus torsos, los brazos de roberto la rodearon y se fundieron en un abrazo, sintiendo como si la ropa no existiera, sintiendo sus cuerpos, su piel, la lluvia se había intensificado pero a ellos parecía no importarles, la salud de él no era buena y había que poner cordura, se acercó a su oido : "Vamonos, te vas a constipar" le dijo ella mientras se levantaba y le ofrecía su mano como apoyo, mano que él acepto, salieron de las rocas y él silbó al perro mientras ella se agachaba a recoger sus sandalias, de la mano, con el pequeño corriendo a su lado y el mar acariciando sus pies tomaron rumbo a casa.




Ya se que en este relato no hay sexo como en todos los demas, ellos no follaron, pero acababan de hacer el amor.


sábado, 3 de septiembre de 2016

SUEÑOS DE COLORES (parte 2)



Los chicos se sorprendieron al verme, David estaba allí parado con una enorme sonrisa, era evidente que estaba al tanto de mi llegada, pero Javi y Dani estaban verdaderamente sorprendidos. El primero en abrazarme fue David, ese abrazo alegre y sincero que siempre había sentido por su parte, el siguiente fue Javi, no sé si en ese momento le gustó mucho la idea de que yo estuviese allí, habían pasado algunas cosas y no estaban las cosas del todo bien, y el tercero fue Dani, fue un abrazo de sorpresa, de cariño, y yo creo de lagería, juraría que habñia visto una chispa en sus ojos, pero quizás era sólo mi deseo de verla, habíamos vivido muchas cosas especiales, pero habían terminado, aunque ninguno de los dos había dejado de sentir lo que sentíamos.

Pasamos el día entre risas bebiendo, cantando, bailando y sobre todo divirtiendonos, fue muy reconfortante ver a todos juntos, nos unían muchas cosas, y me gustaba la calma, la confianza y todo lo que allí se respiraba. Los chicos imaginaron lo que entre Sandra y yo había pasado por nuestra complicidad y nuestras risas pero nadie dijo nada. Tras la cena, David, Javi y Sandra estaban a sus cosas, Dani se fue a hablar por teléfono, yo estaba un poco ebria, en un punto maravilloso, feliz, asique aproveché el momento de despiste, lie un cigarrillo y salí al jardín sin decir nada. Encendí el cigarro mientras caminaba por el jardín hacia la piscina, hacía una noche maravillosa,  vi esa agua azul, se escuchaba el silencio y fue como si me llamase, me desnudé, dejé el cigarro en un lateral y me lancé al agua.

Hice un par de largos y me tumbé flotando viendo las estrellas, siempre me relajó mucho hacerlo, tenía una enorme capacidad de flotación, podría pasar así horas, lo que daría por poder hacerlo cada día, me sentía feliz, no me podía creer que estuviese allí, era como estar viviendo un sueño, por un instante acaricié mis pechos que sobresalían del agua y estaba suaves, mis pezones reaccionaban al vientecillo que los acariciaba, tenía un cúmulo de sensaciones que me excitaba, me enternecía, sentía tantas cosas por aquellas personas….






De repente me sentí observada, me incorporé y allí estaba Dani, no sabía cuánto rato llevaba allí mirando, era sigiloso y no le había escuchado llegar, di un brinco al verle, me había asustado, asique le salpiqué…. “idiota que susto me has dado” dije mientras el agua le mojaba y yo reía, “señorita no me provoque”, y repetí la operación y así vestido se tiró a la piscina a por mí, de verdad que este tío estaba loco. Yo nadé en dirección contraria hacia donde no cubría pero él nadaba más rápido que yo y me alcanzó de camino. Agarró mis pies tiró de ellos y me hundió haciéndome una aguadilla, yo salí del agua riendo,  estábamos muy cerca y sus manos me agarraban contra él para no dejarme escapar, mientras yo intentaba zafarme, ambos carcajeábamos, miré sus ojos y se hizo el silencio, las risas desaparecieron y las sonrisas también, noté como sus ojos cambiaron, fue en un instante, se tornaron cálidos y dulces, sus manos dejaron de agarrarme, la fuerza se tornó en ternura, sentí que me estremecía, que una energía iba desde mi nuca hasta el centro de mi vagina, no sin antes acelerar mi respiración, mi pulso y hacer una pausa en mi estómago, no era una sensación desconocida para mí, Dani la había provocado en otras ocasiones, aunque el resto de veces sus manos físicamente no estaban para sujetarme, seguía mirando sus ojos, brillaban y estaban tan húmedos como los míos, ahí entendía que siempre sentimos al unísono, sus brazos se abrieron y abrazándome pegó su cuerpo al mío, sus labios se acercaron lentamente, era como si mundo entero se hubiese parado, y con un cariño desconocido para mí, acarició los míos, ese simple roce me hizo sentir tantas emociones, que mis ojos no pudieron contenerlas, y ahí abrazados piel con piel, con las lenguas bailando lentamente, nos dijimos todo lo que teníamos que decirnos sin hablar, nuestros corazones hablaban su propio idioma, nos pedimos perdón por las turbulencias, por los miedos, y nos dimos las gracias por todo lo que nos hacíamos sentir.



Poco a poco la emoción dio paso a otro sentimiento que también conocíamos bien, el deseo tiñó toda esa agua, tire de su camiseta y dejé flotando en el agua, y con mis pies retire sus pantalones, sentí como su cuerpo, que él pegó al mío reaccionaba a ese deseo, sus manos acariciaban mi piel mientras las mías acariciaban su cara, las bocas empezaban a devorarse, sus labios bajaban por mi cuello, mordiendo mi clavícula, y bajando por mi pecho mientras su mano jugaba con él, lo acariciaba y lo dirigía hacia sus labios, metió ese pequeño volcán que crecía al contacto con su lengua, en su boca, succionó mientras su mano acarició mi sexo por primera vez, le deseaba tanto, había imaginado tanto como sería sentir la yema de sus dedos.

Sin dejar de besarme y acariciarme fue llevándome hacia un lateral, donde se situaban los escalones, y recostándome sobre ellos, me besó, y se quedó mirándome unos segundos, estábamos felices, sus dedos acariciaron mis labios, mientras me sonreía, sus dedos bajaron por mi cuello, pasaron entre mis pechos, caminaron encima de mi ombligo, trazaron curvas por mi pubis y acariciaron mi clítoris, haciéndome arquear la espalda, tenía toda la piel erizada, cada roce producía una ola de sensaciones en mi cuerpo, como las ondas que produce una piedra cuando se tira a un río.

Se acomodó entre mis piernas, y acarició de arriba abajo todo mi sexo, sintiendo lo mojado que estaba, sus dedos lo abrían para que su lengua tuviese el camino libre, cuando golpeó con ella por primera vez en él, un gemido salió de mi boca, se apartó y me miró sonriendo, sabía que me tenía en sus manos, su lengua me penetró, mientras su nariz golpeaba mi clítoris, algo que me hacía estremecer, los gemidos se intensificaron y él agarrando mis manos, metió mi clítoris en su boca y comenzó a succionar y lamer alternativamente, apreté sus manos para decirle que no parase, y unos segundos más tardes, entre gritos y espasmos, toqué el universo entre sus labios.




Volvimos al agua, abrazados, él me proporcionaba el aliento que me faltaba, “ estas bien??”, “estoy mejor que bien”, mis piernas rodeaban su cintura sentía su sexo erecto, y podía leer el deseo en sus labios y en sus ojos, comencé a moverme sobre él, mis caderas se movían para acariciarle, sus ojos se entrecerraban, aunque conseguía volver a abrirlos, me colocó de espaldas a la pared, se separó un instante, y entró lentamente en mí, despacito, sintiendo como mi cuerpo se acomodaba a él, nuestros ojos no se separaban, era como si mantener la mirada fuese la contraseña para mantener la puerta abierta al lugar al que acabábamos de llegar, comenzó a entrar y salir, cada vez más rápido, cada vez más fuerte, sentía como daba contra la pared de mi vagina y eso me producía un pequeño dolor, que me hacía sentir un enorme placer,   mi vagina se contraía para hacer más presión cuando entraba y salía. Mordí su cuello me acerqué a su oído y le dije salgamos, sin sacarla me llevó hasta los escalones, salimos,  le pedí que se sentará en el césped  y sin dejar de mirarle me senté sobre él. Mis piernas rodeaban las suyas, y abrazados yo movía mis caderas sobre su miembro erecto.  Nuestras bocas bailaban a un son que sólo él y yo escuchábamos, los gemidos de ambos morían en nuestras bocas, la excitación aumentaba, le empujé para que se tumbase y mis rodillas quedaron al lado de su pelvis, la dulzura se había ido, y había dado paso a la pasión, a la lujuria, le miraba con cara de niña mala, mientras pellizcaba mis pezones y acariciaba mis pechos, sujeté su mano sobre su cabeza y sin dejar de mirarle comencé a cabalgarle, cada vez con más dureza, cada vez con menos control y con más instinto, su otra mano, apretaba uno de mis pechos, que botaban cerca de sus ojos, hipnotizándole, nuestros cuerpos estaban ahí pero nuestras almas volaban alto y lejos,  de repente soltó la mano que yo le tenía agarrada y abrazándome me tumbó sobre él, y sin dejar de apretarme, sentí como todo su cuerpo se tensaba, como sus ojos  supuraban placer, y como apretándome fuerte contra él, explotó en una tormenta de gemidos que se fusionaron con los míos, haciendo sonar una sensual melodía.
 
 Sin soltarme fuimos recuperando el aliento, me tumbé a su lado, con las manos entrelazadas, mirando al cielo, no podíamos hablar, yo al menos sentía tantas cosas en ese momento, que era incapaz de articular palabra, si la magia existía no debía de ser algo diferente a lo que nos envolvía aquel momento... 



...hasta que alguien se acercó riendo y diciéndonos “cabrones dejad de follar y tirar para dentro que son las 12 y vamos a soplar las velas”, ese alguien era David que se dio la vuelta y se fue, Dani y yo nos miramos y nos carcajeamos, debieron de echarnos en falta y alguno salió a ver si estábamos y nos escuchó, ni Dani ni yo éramos precisamente silenciosos, y nos habíamos dejado llevar por la pasión.

Nos vestimos y volvimos dentro, sentía mis mejillas sonrojadas, y no podía dejar de sonreír, le miré mientras cantábamos el cumpleaños feliz, estaba empapado, me gustaba ese brillo en sus ojos, volvía a ver felicidad.

Aún quedaba todo el fin de semana para poder verle  a él y al resto sonreír de felicidad, aún quedaba un fin de semana para ser felices.



domingo, 28 de agosto de 2016

SUEÑOS DE COLORES (PARTE 1)



Era el cumpleaños de uno de nuestros chicos, ella quiso organizarle una fiesta sorpresa, esta vez serían solo unos poquitos, los de casa, y ésta vez ella me pidió que estuviera presente. 

 Llegué al lugar en el que habíamos quedado,  estaba bastante alejado del mundanal ruido, toqué a la puerta y salió con una enorme cara de felicidad, nos abrazamos, hacía mucho tiempo que nos queríamos, éramos amigas, aunque unas amigas muy especiales, compartíamos sentimientos muy importantes, y yo tenía una enorme admiración por ella.

Me ayudó a bajar algunas cosas que yo traía para la fiesta y las colocamos en la cocina, cogimos un par de cervezas y nos sentamos a charlar, teníamos tantas cosas que contarnos, era raro estar allí frente a frente,  pero era como si la conociese de toda la vida. Tras bebernos la cerveza me enseñó el resto de la casa, dejé mi mochila en una pequeña habitación y me enseñó un gran baño, me sorprendió,  tenía un jacuzzi junto a una gran ventana desde donde poder ver el bosque, me quedé mirándolo y una voz me sacó de mi ensimismamiento “mola eh tía”, me giré y la sonreí, molaba todo, reíamos mientras ella se acercaba y abría el grifo, “que haces????” la dije, “los chicos aún tardaran un rato en venir, nos da tiempo a darnos un baño antes de que lleguen”, me pareció una buena idea asique mientras se llenaba la bañera me desnudé, ella fue  a la cocina a por otro par de cervezas, y volvió con un peta ya encendido, cuando regresó yo estaba dentro de la bañera rodeada de espuma, me dio mi botellín, dio un trago al suyo y me pasó el peta.  Yo la observaba mientras fumaba, era muy bonita, se deshizo de su camiseta sacándola por encima de su cabeza dejando a la vista un par de senos pequeñitos, redondos, duros y tersos. Tenía una pequeña cintura, que terminaba en unas contorneadas caderas, su silueta era perfecta, su piel se veía preciosa, era blanca y parecía muy suave, era como un ángel caído del cielo, que dios había puesto para deleite de mis ojos.  

Me gustaba, me excitaba, pero yo dudaba que ella sintiese lo mismo y no iba a estropear ese momento, quitó sus pantalones cortos, no llevaba ropa interior, no podía dejar de observarla, tanto que creo que me ruboricé, el humo pasaba por mi garganta empujando a la saliva que me producía ver algo tan bello y desear comérmelo por instinto.

Metió un pie en la bañera y al entrar resbaló, quedó casi echada sobre mí, nuestros cuerpos se rozaban, pero se quedaron inmóviles por un instante, vi brillar sus ojos, la deseaba pero no sabía cómo hacerlo, di una profunda calada al peta, y sin más acerqué mis labios a los suyos para compartir ese humo, ella lo recibió con una sonrisa. Sentí sus labios rozar los míos, y eso hizo que mi vagina se contrajese, definitivamente la deseaba, creo que siempre la había deseado.




Reímos y charlamos mientras fumábamos, ella me contaba como era su relación con los chicos, mientras nuestras manos se agarraban y nuestros dedos jugaban entre ellos. Esa conversación me excitaba, me gustaba conocer lo que la hacía sentir placer, quería dárselo yo, la deseaba.

Cuando el porro se terminó lo dejé a un lado, “ven , pequeña ven”, agarré sus manos y la incorporé un poco y colocándome entre sus piernas, me acerqué a su boca, esta vez no había excusas, esta vez sólo quería sus labios. Tomé su cuello mientras sus manos rodeaban mi cintura, mis labios abrazaron a los suyos, y mi lengua acarició la suya, nuestros cuerpos se pegaron para bailar al ritmo que nuestras lenguas tocaban.




Sentía como los pechos de ambas se rozaban, podía sentir como los pezones erectos de las dos se acariciaban en un vaivén acompasado, mientras nuestras lenguas dejaban la ternura para dar paso a la pasión. 

Nos recostamos, quedando su pequeño cuerpo sobre el mío, arqueé mis caderas para poder sentirla más,  mis manos agarraban su espalda para pegarla a mí, y nuestros pechos se acoplaban en un puzle perfecto, nuestros sexos se acariciaban, frotando uno contra el otro, mezclando nuestros jugos  y creando sólo uno, era placentero, eso era nuevo para las dos, la tomé por la cintura y pasé mi pierna por encima de la suya, permitiendo así que nuestros sexo pudieran sentirse al completo.





 Mis manos acariciaban sus pechos mientras las suyas se aferraban a mi cintura, como pidiendo que no me marchara, pero no pensaba hacerlo, nuestros cuerpos danzaban acompañados, bailando la melodía de nuestros gemidos, era una sensación nueva la de sentir otro coño sobre el mío, pero era maravillosa, el ritmo aumentó, nos cabalgábamos mutuamente, sin medida, sin control, sin ningún tipo de tabú, solo dos mujeres que se querían y querían entregarse a la otra, sus uñas se clavaron en mis caderas mientras mis dedos apretabas sus pezones, y en un beso profundo nos bebimos el orgasmo de la otra, los gritos se ahogaron en nuestras gargantas, compartidos, fundidos, mientras nuestros cuerpos se sacudían de placer.
Sonreímos mientras retomábamos el alientó, había poco que decir, la palabras sobraban, la incorporé sobre el borde de la bañera, abrí sus piernas y comencé a lamer las gotas q de él brotaban, mi lengua recorría su raja entera, de principio  a fin, mientras su mano reposaba en mi nuca jugando con mi pelo mojado, mi labios atrapaban su clítoris y lo succionaban lentamente, estaba duro, caliente, sus labios estaban gorditos, hinchados, y mi lengua estaba nerviosa, y se colaba dentro de ella, rígida la penetraba, recogiendo toda su excitación.

 


 Dos de mis dedos se acercaron a la entrada de su coño, nunca me había atrevido por temer a hacer daño, pero estaba tan excitada que quería hacerla mía, con la yemas hacia arriba entraron firmemente, curvándose hacia la pared anterior, ahí estaba el punto g, y quería encontrar ese botón, quería hacerla tocar el cielo, era lo mínimo que ella se merecía, mi lengua recorría su cuello mientras mis dedos firmes se frotaban contra la pared de su vagina, duro, haciéndola estremecer, podía sentir sus latidos a mil por hora, y los gemidos ya eran gritos “no pares zorra, no pares, ostia puta no pares”. Escucharla así me volvió aún más loca, me incorporé y comencé a entrar y salir con mis dedos duramente, los metía hasta que el resto de mi mano hacía tope, sabía que ahí habia un botón que si lo tocaban la haría brotan en ríos de placer, y que empaparía mis manos, quería que lo hiciera, asique seguí y seguí mientras se retorcía de placer, hasta que lo encontré era una pequeña bolita, la frotaba duro, como si quisiera que apareciera un genio para pedir un deseo, sentía como su pelvis se arqueaba y su vagina apretaba mis dedos, estaba a punto así que insistí cada vez más rápido más duro, su cuerpo completo se tensó y con un enorme espasmo empezó a escupir su alma, salpicó mi cara y empapó mi brazo, no podía parar, sentía como si se corriese una y otra vez hasta que quedó vacía, exhausta.


 
 
Saqué mis dedos y se los di para que los lamiese, los lamí con ella, la besé dulcemente y me acurruqué a su lado, sobre su pecho, escuchaba a su corazón disminuir el ritmo, su mano acariciaba mi espalda, mientras su rostro mostraba una preciosa sonrisa, la veía feliz, éramos felices, acabábamos de demostrarnos todo el amor que habíamos sentido desde hacía mucho tiempo, no era un amor normal, pero era el nuestro, nos mirábamos y nos acariciábamos.






Escuchamos ruido, eran los chicos que ya llegaban, nos miramos y carcajeamos, no era plan que nos encontraran allí en aquel estado, o al menos eso era lo que creíamos en aquel momento, salimos, ella se envolvió en la toalla y salió de puntillas corriendo a la habitación, yo me quedé secándome en el baño, y vistiéndome, la escuché hablar con ellos, yo estaba emocionada por lo que acaba de pasar, feliz y nerviosa por todo lo que vendría despues.


CONTINUARÁ….



domingo, 21 de agosto de 2016

TORMENTAS


Era media tarde, estaba de vacaciones, el cielo estaba nublado y eso espantaba a los turistas, y si encima caían unas gotas estos desaparecían como por arte de magia, y eso me gustaba. Me puse una chaqueta fina y me fui hasta la playa, me sentía como el día,triste, gris, me senté junto a la orilla, viendo como las nubes lloraban sobre el mar al tiempo que yo lo hacía. Me mojaba pero no me importaba era agradable, la camisa blanca se iba pegando a mi cuerpo mientras mi mirada se perdía en el horizonte, allí donde el azul de ese mar que me recordaba tanto a sus ojos se perdía junto al gris de ese cielo enfadado.





Me asusté al escuchar justo detrás a alguien silbando una melodía, me acarició el pelo mientras se sentaba a mi lado, pasó su mano por mi hombro y lentamente me recostó sobre el suyo, rodeándome con sus brazos, tan siquiera nos miramos, sabía que era él porque conocía bien su olor a limón, sólo me abrazó y me dijo “estás temblando, tranquila pequeña estoy aquí”, me apreté contra él, y así acurrucados mirando el mar, dejamos que el tiempo pasara, y que los corazones se pausaran.  No hubo palabras, sus manos acariciaban mi espalda,  yo no pude evitarlo, retiré mi cabeza de su hombro y me acerqué a él, nuestros ojos se encontraban por primera vez, se miraban, esa mirada contenía muchas emociones, cariño, felicidad, ternura……. pero también dolor, decepción, desencanto, mis labios se acercaron a los suyos para beberse su tristeza, no sabía si correspondería pero tenía que hacerlo, se posaron dulcemente sobre los suyos, y él lo aceptó. Poco a poco fuimos eliminando esa barrera que desde hace días habíamos levantado. Mis ojos se cerraban pero los suyos seguían abiertos como queriendo grabar cada instante en su retina, siempre me sorprendió que hiciese hincapié en que no los cerraba.

El beso era profundo, lento, como si nuestras lenguas se estuviesen perdonando, como si se hubiesen esperado toda la vida, sus manos me desabrochaban los botones dejándome desnuda.

Me recostó lentamente sobre la arena, se quitó la ropa, y sin dejar de mirarme se recostó a mi lado, acariciaba mi cara con sus dedos, mientras los míos acariciaban su pecho, besó dulcemente mi mejilla, después mi frente, después mi nariz mientras sonreía, no había palabras, no las necesitábamos, las palabras nos habían herido era mejor prescindir de ellas porque no las necesitábamos.





Besó mis labios, pero esta vez la temperatura del beso comenzó a cambiar, abandonó los grises, y todo se tornó de un color más cálido, sus manos acariciaban mi cuerpo, su lengua descendió por mi cuello, jugo con mis pezones y resbaló hasta mi ombligo, para volver a subir por el mismo camino. Se puso sobre mí, y balanceándose hacía rozar su miembro erecto contra mi sexo, su boca atrapaba los pequeños gemidos que salían de mi boca mientras mis dedos acariciaban su espalda.

Se levantó, tomó mi mano y sin soltarme fuimos adentrándonos en el mar, hasta que el agua cubría hasta mitad del torso, y allí sus manos levantaron mi cuerpo, con las manos  bajo mis glúteos acercó despacio la entrada de mi sexo hasta el suyo y lentamente fue dejando de sujetar mi cuerpo para dejarle hundirse, las bocas se buscaban mientras entraba poco a poco, nuestros ojos no se separaban ni un instante, sólo se escuchaban las olas del mar, el vaiven de éste nos hacía movernos, sintiendo el roce de todo su sexo, su manos me levantaban y me sentaban haciendo que su sexo entrase y saliese del mío, rodee con mis piernas su cintura y sentí una penetración profunda, en ese momento éramos uno, nos acunábamos con el ritmo del mar, mientras nuestros labios se acariciaban tiernamente, nos abrazamos y sus manos me indicaron el ritmo que debía seguir, sentía su respiración en mi oído, y su aliento en mi cuello, que cada vez era más acelerado, me miró, y me besó el beso más intenso que jamás había sentido, y en ese instante nuestros cuerpos se sacudieron al unísono sintiendo una ola, esta vez de placer. Sentía su calor dentro de mí, separamos los labios y al mirarnos vimos q a cada uno de nosotros las lágrimas nos corrían por las mejillas,lágrimas que él retiro dulcemente con su dedo y que yo recogí con mi lengua. Sonreímos y mis labios volvieron a  atrapar dulcemente los suyos.





Los gritos de un grupo de jóvenes que venían a la playa a hacer botellón me devolvió a  la realidad, era de noche y estaba sola en la playa, con la camisa empapada y el pelo mojado, no me sentí triste al descubrir que él no estaba, sé que había estado allí, tenía esa capacidad de presentarse a mi lado cuando soñaba despierta, sabía que había sido él.

Me fui a dormir y al amanecer me di cuenta de que por primera vez esa noche no me había visitado en sueños, en ese momento entendí todo, entendí sus lágrimas al hacerme el amor, entendí el silencio porque no soportaríamos las palabras de un adios, había venido sólo para despedirse, le había perdido para siempre, y es que a veces amarse no es suficiente.

http://youtu.be/qdzbjUWu2VU





sábado, 25 de junio de 2016

APASIONANTE VUELO



Entré en la sala con dos cervezas en la mano, estaba en penumbra, solo una lámpara sobre el mismo viejo escritorio  en el que reposaba una máquina de escribir, él estaba sentado de mala manera sobre la silla, más que sentado tirado sobre ella, como un adolescente al que su madre insistiría en que corrigiese la postura, estaba sentado de espaldas a la puerta, pero de frente a un ventanal que le permitía ver el mar, miraba al horizonte, y aunque no lo veía sabía que estaba fumando porque el rastro del humo le envolvía. Su mano se estiró con desgana para para dejar el cigarrillo sobre el cenicero de metal que reposaba en un lateral de la mesa, su torso estaba desnudo y sus piernas también, sus manos se posaron sobre las teclas, que con un compás lento pero firme empezaban a formar una melodía, yo observaba con una sonrisa, mientras mi corazón se acompasaba a ese ritmo, no debía interrumpirlo sería un sacrilegio, verlo en ese estado ya era un placer en sí mismo, así que  me limité a disfrutar de ese momento.
 Giró su cabeza y me miró: “Ey Palomita que haces ahí, pasa”, “solo observaba, no quería molestar”, “no molestas ven”, me acerqué y dejé las cervezas sobre el escritorio, fue a levantarse pero le pedí que no lo hiciera, agarró mi mano y me miró, nos habíamos agarrado de la manos muchas veces aunque no fuera físicamente, asique no era nuevo, pero como en esas otras veces un escalofrió recorrió mi cuerpo.
“Tengo una idea” le dije, “dispara pequeña”, puse una voz grave y dije “comandante me gustaría hacerle una entrevista, tendría unos minutos para concedérmelos” me miró extrañado, por un segundo sentí miedo, yo estaba loca como se me ocurría decir eso? sabía q lo odiaba, lo había visto, las preguntas que le hacían eran absurdas, como si les diesen igual las respuestas, al verlas me dio rabia, porque nadie se paraba a escuchar todo lo que tenía que decir, eso no importaba, y al verlas pensé que yo le habría hecho otras preguntas, tras ese segundo de silencio se carcajeo. “Claro será divertido” me dijo, me senté a su lado, cogí el cigarro que el fumaba y le di una calada mientras él abría las cervezas, le di una calada larga intensa, necesitaba tiempo porque en realidad no tenía ninguna pregunta que hacerle, nunca me gustó preguntar, siempre preferí esperar a que cada uno contase lo que quisiese. “Sr lucky porque frunce siempre el ceño en las fotos?? Es la manera de parecer un tío duro??” dije a la vez q reía jajajaja esa podría ser alguna de las ridículas preguntas que le hacían. Levanté mi cerveza “chin chin por los tíos que se ven obligados a parecer duros” y con una gran sonrisa la chocó con la mía, “en realidad no hay más preguntas, creo que ninguna que pudiese hacerte estaría a la altura de este momento, sólo dime algo, eres consciente de la magia que desprendes tú y todo lo que haces?? Podrías seguir escribiendo??” fue a decir algo, solo acertó a sonar un “pero…” y mi dedo se posó en sus labios, shhhh le mostré mi brazo con el bello erizado, “por favor lucky, sigue, sigue escribiendo” agarró mi dedo con su mano, lo besó y sus manos regresaron a las teclas, yo cerré los ojos y simplemente me dejé llevar, me movía bailando la melodía que él estaba tocando, y entonces entendió a que me estaba refiriendo. Mis ojos permanecían cerrados, no sé si me miraba o si había vuelto a su mundo a escribir, pero en realidad no importaba.
Se hizo el silencio pero no importó yo seguía escuchando la música, abrí los ojos y me encontré con los suyos, su cuerpo también bailaba. Me incorporé y le ofrecí mi mano, hizo un gesto encogiéndose de hombros y señalando su cuerpo, no fue hasta ese momento que me percaté de que tan sólo llevaba unos bóxer azules, reímos, y le dije “eso es un problema??” “lo es?” respondió él, bajé los tirante de mi vestido y este resbalo hasta el suelo, “ahora ya no” le dije mientras extendía mi mano, ahora estábamos en igualdad de condiciones, a mi cuerpo sólo le cubría un pequeño tanga negro de encaje.
Se levantó y con dulzura me rodeo con sus brazos, su mano sujetó mi barbilla, como si quisiese observarme, por primera vez las miradas se clavaron la una en la otra, decían las malas lenguas que sus ojos daban miedo, eran solo eso, malas lenguas, tenía una mirada dura, pero si eras capaz de traspasarlas  podrías observar que era solo la consecuencia de las grietas que tenía en el alma, que detrás había una enorme dulzura, una ternura desbordante.
Apoyé mi cabeza en su pecho, me dio una mano y rodeo mi cintura con la otra, nos movíamos en un maravilloso vaivén, había un silencio absoluto en la sala pero no dentro de nosotros,  creo que nuestros pies tan siquiera tocaban el suelo, no sé cuánto tiempo pasamos bailando por la sala, si un minuto o una hora, soltó una de las manos me dio media vuelta y me abrazó con las dos manos por mi cintura, su boca se acercó a mi oído y ahora si tarareaba algo, yo no llegaba a saber que era pero a mí me sonaba a música celestial, sentí su excitación al inicio de mi espalda, me apreté contra él y entendió lo que mi cuerpo deseaba, volvió a darme la vuelta y esta vez la música se paró, note sus ojos brillar, me separé un paso para atrás, quería ver el envoltorio de esa mente maravillosa, que me hacía sentir así, tenía una piel negra y fuerte testigo de los años, de los golpes y la incomprensión, que a la vez era suave, era un hombre guapo, delgado y misterioso, me sorprendió el tamaño del bulto que asomaba por su ropa interior, aunque no sé porque me sorprendía, era mi negro de ojos azules.
Me acerqué y le besé un beso pequeño dulce, solo rozando mis labios con los suyos, como si me diese miedo que se desvaneciese entre mis dedos, me acerqué a su oído, “ ya sabe comandante el que es revolucionario puede besar donde quiera”. Sentí que se estremecía al sentir mi aliento en su oreja, agarró mi cara con sus manos y me besó profundamente como queriendo quitarme hasta la última gota de aire para alimentarse.
Le empujé hacía su mesa y antes de hacer q se sentara terminé de desnudarle. Ya no había marcha atrás, nuestras mentes estaban conectadas deseando ser una. Me senté en una silla frente a él, su postura seguía siendo la de aquel adolescente rebelde que miraba expectante lo que iba a ocurrir, se dejaba hacer, mi boca comenzó subiendo por sus piernas sin dejar ni un instante de mirarle, mi lengua recorrió el tronco de su miembro, él intentaba mantener los ojos abiertos pero no podía, mi boca fue devorando su polla lentamente y un gemido salió de la suya, entraba y salía lentamente, mi lengua vibraba en su frenillo al recorrer la corona de su glande, succionaba despacito sintiendo como terminaba de endurecerse . Tire de él hacia mí para que se pusiera justo al borde de la mesa, mi boca jugo con sus testículos mientras mi mano acariciaba su polla, y mientras mi lengua iba a jugar con su ano, mis dedos apartaron mi tanga, estaba muy excitada, mojada, moje mis dedos con mi excitación, y lentamente sustituyeron a mi lengua, primero uno, después dos, me levanté de la silla y me incliné sobre él, era el momento de abandonar esa inmensa ternura, y dejar paso a la intensidad de dos almas libres.
Mi boca y mis dedos le masturbaban, cada vez a un ritmo más intenso, su mano en mi nuca me marcaba el ritmo que deseaba, estaba tan excitada que mis gemidos se mezclaban con los suyos. Su mano me indicó que parara, se incorporó y se puso detrás de mí, me empujó haciéndome poner las manos en la mesa, bajó mi tanga de un tirón y lo hizo desparecer por debajo de mis pies, su polla se coló entre mis piernas, y en un viaje de ida y vuelta acariciaba mi sexo, sin hacerlo suyo, sus manos agarraron mis pechos haciendo que me incorporase y pegase mi cuerpo al suyo, sus caderas seguían moviéndose, produciéndome un enorme placer, mientras se empapaba de mi excitación. Sus dientes mordían mi espalda y erizaban mi piel, sus dedos apretaban de forma intensa mis pezones, su ritmo se incrementaba y el volumen de mis gemidos también, no había palabras, no era necesarias, a la música del placer en ese caso era mejor no interrumpirla, era como si, sin meterla me estuviese acariciando cada cm del interior de mi cuerpo, no era un sexo físico, era algo que jamás había vivido. No pude más agarré sus manos que tenían atrapados mis pechos, y sin poder decir nada exploté en un intensó orgasmo que pareció eterno, tuvo que sostenerme porque mis rodillas temblaban incapaces de sujetarme, me abrazó, “ey palomita, estas bien??” di un trago a la cerveza, para poder recuperar la humedad de la boca, que los gemidos se habían llevado, le mire y  “follame” fue lo único que acerté a decir.
Agarró mi mano y me sacó al jardín, extendió una manta se sentó y sin soltar mi mano me dirigió para sentarme sobre él, sentí como me iba llenando poco a poco, hasta sentirme completa, abrazados comenzamos una danza mágica, no había tambores pero yo allí bajo las estrellas los escuchaba, ellos marcaban el ritmo, el ritmo de dos cuerpos que se habían convertido en uno.
Empujé su espalda contra el suelo, y como si fuese lady godiva cabalgando a su caballo negro, me olvidé del mundo,  me abandoné al deseo, mis tetas botaban al ritmo de mis caderas, mientras la brisa acariciaba nuestras pieles desnudas, no sé si gemíamos, ni siquiera sé si seguíamos en esos cuerpos, o los habíamos abandonado para arder en el infierno, me sentía salvaje, le sentía salvaje, galopando contra el viento sintiendo la libertad, la libertad convertida en deseo, de nuevo sin percepción del tiempo.
Tras pasar todo los límites de esa enajenación que nos había abrazado, se incorporó y atrapó mis labios en el momento justo para que pudiesemos inhalar el orgasmo, y digo él porque solo fue uno, el de ambos. La locura se escapaba caliente entre mis piernas, testigo de dos locos sin medida. Así sin movernos fuimos volviendo a la tierra, regresando a nuestros cuerpos, acomodando emociones.
“voy al baño y traigo las birras vale?” le dije mientras con mi dedo recogía lo que corría en entre mis piernas y le llevaba a mi boca, no quería olvidar nunca el sabor de aquella bendita locura.
Al pasar por la sala no pude evitarlo, y mire en la máquina de escribir a ver que había escrito mientras me hacía bailar, lo que encontré fueron letras al azar asnncdnvk vnrfkjrekmfe nkrkeoirtirnvkenf keoortcvkenkvnekr msamsenflf pero terminaban con una frase: “Ahora mismo siento que esta es la mejor melodía que he compuesto, porque tengo la certeza de que va a hacernos volar. “