Los chicos se sorprendieron al
verme, David estaba allí parado con una enorme sonrisa, era evidente que estaba
al tanto de mi llegada, pero Javi y Dani estaban verdaderamente sorprendidos. El primero en
abrazarme fue David, ese abrazo alegre y sincero que siempre había sentido por
su parte, el siguiente fue Javi, no sé si en ese momento le gustó mucho la idea
de que yo estuviese allí, habían pasado algunas cosas y no estaban las cosas
del todo bien, y el tercero fue Dani, fue un abrazo de sorpresa, de cariño, y yo creo de lagería, juraría que habñia visto una chispa en sus ojos, pero quizás era sólo mi deseo de verla, habíamos
vivido muchas cosas especiales, pero habían terminado, aunque ninguno de los
dos había dejado de sentir lo que sentíamos.
Pasamos el día entre risas
bebiendo, cantando, bailando y sobre todo divirtiendonos, fue muy reconfortante ver a
todos juntos, nos unían muchas cosas, y me gustaba la calma, la confianza y
todo lo que allí se respiraba. Los chicos imaginaron lo que entre Sandra y yo había pasado por nuestra complicidad y nuestras risas pero nadie dijo nada. Tras la cena, David, Javi y Sandra
estaban a sus cosas, Dani se fue a hablar por teléfono, yo estaba un poco
ebria, en un punto maravilloso, feliz, asique aproveché el momento de despiste,
lie un cigarrillo y salí al jardín sin decir nada. Encendí el cigarro mientras
caminaba por el jardín hacia la piscina, hacía una noche maravillosa, vi esa agua azul, se escuchaba el silencio y fue como si
me llamase, me desnudé, dejé el cigarro en un lateral y me lancé al agua.
Hice un par de largos y me
tumbé flotando viendo las estrellas, siempre me relajó mucho hacerlo, tenía una
enorme capacidad de flotación, podría pasar así horas, lo que daría por poder
hacerlo cada día, me sentía feliz, no me podía creer que estuviese allí, era
como estar viviendo un sueño, por un instante acaricié mis pechos que
sobresalían del agua y estaba suaves, mis pezones reaccionaban al vientecillo
que los acariciaba, tenía un cúmulo de sensaciones que me excitaba, me
enternecía, sentía tantas cosas por aquellas personas….
De repente me sentí observada, me
incorporé y allí estaba Dani, no sabía cuánto rato llevaba allí mirando, era
sigiloso y no le había escuchado llegar, di un brinco al verle, me había
asustado, asique le salpiqué…. “idiota que susto me has dado” dije mientras el agua le mojaba y yo reía, “señorita no me provoque”, y repetí la operación y así
vestido se tiró a la piscina a por mí, de verdad que este tío estaba loco. Yo
nadé en dirección contraria hacia donde no cubría pero él nadaba más rápido que
yo y me alcanzó de camino. Agarró mis pies tiró de ellos y me hundió haciéndome
una aguadilla, yo salí del agua riendo,
estábamos muy cerca y sus manos me agarraban contra él para no dejarme
escapar, mientras yo intentaba zafarme, ambos carcajeábamos, miré sus ojos y se
hizo el silencio, las risas desaparecieron y las sonrisas también, noté como
sus ojos cambiaron, fue en un instante, se tornaron cálidos y dulces, sus manos
dejaron de agarrarme, la fuerza se tornó en ternura, sentí que me estremecía,
que una energía iba desde mi nuca hasta el centro de mi vagina, no sin antes
acelerar mi respiración, mi pulso y hacer una pausa en mi estómago, no era una
sensación desconocida para mí, Dani la había provocado en otras ocasiones,
aunque el resto de veces sus manos físicamente no estaban para sujetarme,
seguía mirando sus ojos, brillaban y estaban tan húmedos como los míos, ahí
entendía que siempre sentimos al unísono, sus brazos se abrieron y abrazándome
pegó su cuerpo al mío, sus labios se acercaron lentamente, era como si mundo
entero se hubiese parado, y con un cariño desconocido para mí, acarició los
míos, ese simple roce me hizo sentir tantas emociones, que mis ojos no pudieron
contenerlas, y ahí abrazados piel con piel, con las lenguas bailando lentamente,
nos dijimos todo lo que teníamos que decirnos sin hablar, nuestros corazones
hablaban su propio idioma, nos pedimos perdón por las turbulencias, por los miedos,
y nos dimos las gracias por todo lo que nos hacíamos sentir.
Poco a poco la emoción dio paso a
otro sentimiento que también conocíamos bien, el deseo tiñó toda esa agua,
tire de su camiseta y dejé flotando en el agua, y con mis pies retire sus pantalones, sentí como su cuerpo, que él pegó al mío reaccionaba a ese deseo, sus manos
acariciaban mi piel mientras las mías acariciaban su cara, las bocas empezaban
a devorarse, sus labios bajaban por mi cuello, mordiendo mi clavícula, y bajando
por mi pecho mientras su mano jugaba con él, lo acariciaba y lo dirigía hacia
sus labios, metió ese pequeño volcán que crecía al contacto con su lengua, en
su boca, succionó mientras su mano acarició mi sexo por primera vez, le deseaba
tanto, había imaginado tanto como sería sentir la yema de sus dedos.
Sin dejar de besarme y
acariciarme fue llevándome hacia un lateral, donde se situaban los escalones, y
recostándome sobre ellos, me besó, y se quedó mirándome unos segundos, estábamos
felices, sus dedos acariciaron mis labios, mientras me sonreía, sus dedos
bajaron por mi cuello, pasaron entre mis pechos, caminaron encima de mi
ombligo, trazaron curvas por mi pubis y acariciaron mi clítoris, haciéndome
arquear la espalda, tenía toda la piel erizada, cada roce producía una ola de
sensaciones en mi cuerpo, como las ondas que produce una piedra cuando se tira
a un río.
Se acomodó entre mis piernas, y
acarició de arriba abajo todo mi sexo, sintiendo lo mojado que estaba, sus
dedos lo abrían para que su lengua tuviese el camino libre, cuando golpeó con
ella por primera vez en él, un gemido salió de mi boca, se apartó y me miró
sonriendo, sabía que me tenía en sus manos, su lengua me penetró, mientras su
nariz golpeaba mi clítoris, algo que me hacía estremecer, los gemidos se
intensificaron y él agarrando mis manos, metió mi clítoris en su boca y comenzó
a succionar y lamer alternativamente, apreté sus manos para decirle que no
parase, y unos segundos más tardes, entre gritos y espasmos, toqué el universo
entre sus labios.
Volvimos al agua, abrazados, él
me proporcionaba el aliento que me faltaba, “ estas bien??”, “estoy mejor que
bien”, mis piernas rodeaban su cintura sentía su sexo erecto, y podía leer el
deseo en sus labios y en sus ojos, comencé a moverme sobre él, mis caderas se
movían para acariciarle, sus ojos se entrecerraban, aunque conseguía volver a
abrirlos, me colocó de espaldas a la pared, se separó un instante, y entró
lentamente en mí, despacito, sintiendo como mi cuerpo se acomodaba a él,
nuestros ojos no se separaban, era como si mantener la mirada fuese la contraseña para
mantener la puerta abierta al lugar al que acabábamos de llegar, comenzó a entrar
y salir, cada vez más rápido, cada vez más fuerte, sentía como daba contra la
pared de mi vagina y eso me producía un pequeño dolor, que me hacía sentir un
enorme placer, mi vagina se contraía para hacer más presión
cuando entraba y salía. Mordí su cuello me acerqué a su oído y le dije
salgamos, sin sacarla me llevó hasta los escalones, salimos, le pedí que se sentará en el césped y sin dejar de mirarle me senté sobre él. Mis
piernas rodeaban las suyas, y abrazados yo movía mis caderas sobre su miembro erecto. Nuestras bocas bailaban a un son que sólo él y
yo escuchábamos, los gemidos de ambos morían en nuestras bocas, la excitación
aumentaba, le empujé para que se tumbase y mis rodillas quedaron al lado de su
pelvis, la dulzura se había ido, y había dado paso a la pasión, a la lujuria,
le miraba con cara de niña mala, mientras pellizcaba mis pezones y acariciaba
mis pechos, sujeté su mano sobre su cabeza y sin dejar de mirarle comencé a
cabalgarle, cada vez con más dureza, cada vez con menos control y con más
instinto, su otra mano, apretaba uno de mis pechos, que botaban cerca de sus
ojos, hipnotizándole, nuestros cuerpos estaban ahí pero nuestras almas volaban
alto y lejos, de repente soltó la mano
que yo le tenía agarrada y abrazándome me tumbó sobre él, y sin dejar de apretarme,
sentí como todo su cuerpo se tensaba, como sus ojos supuraban placer, y como apretándome fuerte
contra él, explotó en una tormenta de gemidos que se fusionaron con los míos,
haciendo sonar una sensual melodía.
Sin soltarme fuimos recuperando
el aliento, me tumbé a su lado, con las manos entrelazadas, mirando al cielo, no
podíamos hablar, yo al menos sentía tantas cosas en ese momento, que era
incapaz de articular palabra, si la magia existía no debía de ser algo
diferente a lo que nos envolvía aquel momento...
...hasta que alguien se acercó riendo y
diciéndonos “cabrones dejad de follar y tirar para dentro que son las 12 y
vamos a soplar las velas”, ese alguien era David que se dio la vuelta y se fue, Dani y yo nos miramos y
nos carcajeamos, debieron de echarnos en falta y alguno salió a ver si
estábamos y nos escuchó, ni Dani ni yo éramos precisamente silenciosos, y nos habíamos
dejado llevar por la pasión.
Nos vestimos y volvimos dentro,
sentía mis mejillas sonrojadas, y no podía dejar de sonreír, le miré mientras
cantábamos el cumpleaños feliz, estaba empapado, me gustaba ese brillo en sus ojos, volvía a ver
felicidad.
Aún quedaba todo el fin de semana
para poder verle a él y al resto sonreír
de felicidad, aún quedaba un fin de semana para ser felices.
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