sábado, 22 de junio de 2013

SUEÑOS DE UNA PEQUEÑA SOÑADORA

Una voz me despertó, "preparando aterrizaje, abróchense los cinturones, el respaldo del asiento en vertical...", estábamos a punto de aterrizar, ese viaje era importante para mi, era algo que hacía algunos años se quedó pendiente y de algún modo necesitaba hacerlo para cerrar esa página para siempre. El avión tocó suelo, por muchas veces que vuele nunca dejo de tener esa sensación de alivio cada vez que ya sé que estoy con los pies en la tierra. Las puertas se abrieron y una bofetada de calor húmedo me sacudió, estaba en el Caribe, por un segundo sentí que mis pulmones eran incapaces de respirar, pero esa sensación no era nueva ya la había tenido hace unos años, cuando hice el mismo trayecto por él. Esta vez sería diferente, él hacía tiempo que no estaba y yo iba a cumplir ese viaje especial que teníamos preparado aunque fuese sóla, no soy de las personas que les guste dejar cosas pendientes, quizás fuese duro, o quizás no, sólo el destino sabía que me depararía esa aventura, en la que yo sólo buscaba descanso y cerrar heridas.

Salí rápido del aeropuerto, es lo que tiene viajar con tan solo una pequeña maleta de mano, busqué un taxi y me dirigí al puerto, allí Mary, una mujer Americana que regentaba unas cabañas en la isla a donde iba, me dijo que mandaría a alguien a recogerme.

En el taxi iba sobrecogida, no había vuelto a escuchar ese acento desde que Él y yo nos despedimos llorando en el aeropuerto de Madrid porque nuestra historia no podía avanzar más. Todo me recordaba a él. Aquello iba a ser más difícil de lo que me esperaba.

Caminé hasta el lugar en el que Mary me había descrito que estaría la barca, pero allí no había nadie. Pregunté a unos pescadores y me confirmaron que era el lugar, que no me preocupara que no se demorarían. A lo lejos vi acercarse una pequeña barca con motor, la conducía un muchacho joven, con el pelo medio largo, moreno, que agitaba la mano saludando, parecía indicar: "tranquila que ya estoy aquí", y en verdad sentí alivio al verlo.

Al llegar a mi altura cogió mi maleta y me ayudo a bajar, se disculpó, era el hijo de Mary, no trabajaba en el alojamiento, estaba sólo de visita, pero la persona que tenía que recogerme había tenido un pequeño percance y tuvieron que ir a buscarlo a la playa donde estaba buceando para fuera a recogerme. Hablaba pausado, su voz transmitía tranquilidad, sus ojos eran vivarachos y rebeldes, tenían algo especial que te atrapaba, te hipnotizaba. Una pregunta me sacó de mi ensimismamiento ¿Y como conoce esta pequeña isla una española? Esa si que era una pregunta que yo no quería responder. "Es una larga historia, no importa como ni porque, lo importante es que estoy aquí". Sus ojos se abrieron y su boca esbozó una sonrisa "si te apetece después brindaremos por eso", sin darme tiempo a contestar se puso en pie, estábamos llegando a la playa, se quitó las chanclas, paró el motor y saltó al agua, le pasé mi maleta y aunque bien podría haberme bajado por el lado de la arena quise hacerlo donde él estaba, retiré mis sandalias, las lancé a la arena, me senté en el borde de la barca recogí mi falda por encima de las rodillas y salté, él reía travieso, debía de pensar que estaba loca, pero extrañamente me sentía feliz, el agua cubría por encima de mis tobillos, pero quería sentirla.

Él dejó la maleta en las maderas que conducían a la cabaña principal donde suponía estaba recepción o el restaurante y volvió a por mí, la falda se me soltó y acabó arrastrando en el agua, yo solté un pequeño grito y él rió a carcajadas, comencé a dar patadas al agua para salpicarle con el pie, en un segundo ambos estábamos empapados. " Estás loca, mi madre va a seguir pensando que soy un irresponsable" yo reí "diré que fue mi culpa".

Entramos en el hall, Mary al vernos entrar cambió su cara...solo atinó a decir "Pero....", él riendo dijo " te traigo a la española, sana y salva aunque un poco mojada, y rió", su madre no reía, me presenté y riendo le dije que la culpa había sido mía, él quería enseñarme la habitación pero la madre le dijo que se cambiara que tenía que hacer cosas.

Mary me pidió disculpas, me dijo que su hijo era un loco, que siempre andaba de aquí para allá que no se centraba en nada, que siempre pensó que se le pasaría algún día y que a esas alturas ya había perdido la esperanza, pero que era maravilloso, que la adoraba y que la hacía reír incluso cuando se enfadaba, que sabía cuando llegaba a verla pero nunca hasta cuando se quedaría. " Faltan tres horas para la cena acomódate, descansa un poco y luego nos vemos" me dijo antes de cerrar la puerta, era una mujer muy amable, de joven debió haber sido bellísima, aún conservaba un bonito cuerpo.

Me tumbé desnuda sobre la cama, estaba en el piso de arriba, era una cabaña de caña pero tenía un gran ventanal desde el que se veía el mar, estaba observando las olas en esa playa desierta cuando le vi llegar, se quitó su camiseta y comenzó a correr, estaba moreno, tenía un torso lindo, corría descalzo, en pocos minutos lo perdí de vista, me había hecho sentir como una niña traviesa entrando empapados en el hall, no podía evitar sonreír al recordarlo.

Apareció de nuevo en el horizonte regresó corriendo hasta el lugar donde había dejado su camiseta y corriendo como si de un niño se tratase entró en el agua rompiendo de cabeza contra la olas, era una imagen maravillosa, era la viva imagen de la libertad, mientras le observaba acariciaba mis pechos, esa mezcla de libertad, de locura, de travesura, me hacía sentir, está vez no se dirigió al lugar de donde vino, se acercó hasta mi cabaña, estuvo unos segundos frente a ella, yo inmóvil, sin respirar, el corazón palpitaba a mil, fueron unos segundos que se hicieron eternos, pero pasó de largo. Mi cuerpo, mi mente reaccionaba a cada uno de sus gestos, que estaba pasando, ¿que era aquello? Lo sabía pero temía pensarlo era magia, aunque en el fondo lo deseaba.

Apenas faltaba media hora para la cena, sentía algo dentro de mi que me hacía sentir intranquila, intranquila pero feliz, me había preparado para un viaje de sensaciones pero esa no había entrado en mis posibilidades.

Disfruté de una larga ducha, el agua fría resbalaba por mi cara, me encantaba esa sensación, mis manos enjabonaban el cuerpo, disfrutando de su suavidad, recreándose en cada rincón, es bellísima la sensación de amarse a uno mismo, de mimarse, de quererse. Me sentía libre, supongo que ver la libertad reflejada en cada gesto de aquel hombre me había dado cierta envidia. Y así quería seguir sintiéndome, me puse un vestido finito cómodo, con un escote en pico que sujetaba mis pechos generosos sin ropa interior, no quería ataduras, serían unos días de libertad absoluta.


Me senté en una mesa retirada, la que más cerca de la piscina estaba, de fondo se veía el mar y el sol esconderse, era un lugar verdaderamente bello, la luna asomaba en lo alto pero aún había demasiada claridad para poder recrearse en ella, el camarero vino a preguntar que iba a querer cenar, sin duda quería algo fresquito una ensalada estaría bien y tal y como él me aconsejó la mejor opción sería un pescadito, solían cocinar lo que pescaban la noche anterior, era una gran plan, y un vino fresquito por supuesto, me encanta el vino. Miré a mi alrededor y tan solo había cinco o seis parejas acarameladas, ese debía de ser un destino romántico de luna de miel o de especiales celebraciones, y en verdad así fue para lo que yo lo descubrí tiempo atrás, pero no me generaba ninguna sensación negativa al contrario me resultaba divertido observarles, en verdad el amor cuando está en su punto álgido es bonito.

Estaba dando un sorbo a mi copa de vino cuando una voz se dirigió a mi desde detrás de la barandilla que separaba la piscina del restaurante “hola bonita, ya te acomodaste?” al girar le vi, un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, continuaba mirándome con ojos de travieso, sonreía porque sabía que me había sobresaltado al escucharle. “Estaba con la cabeza en otro lugar me has asustado” “Me di cuenta, tan feo soy” .Que debía de contestar a eso?? Feo?? Si me parecía el hombre más atractivo que había visto nunca. “Uy que vanidoso, intentas que te diga lo guapo que eres?? No te diré algo que ya sabes” y le guiñé el ojo mientras reía. “Esperas a alguien para cenar?? Quieres cenar sola?? O permites a este loco que comparta mesa contigo??”.Con voz seria le contesté “Sería un placer compartir mesa y charla con usted caballero” y saltando por encima de la barandilla pasó al lado de la mesa, “Voy a avisar de que traigan dos de lo que hayas pedido”. Se acercó al camarero y regresó sonriendo.


Pasamos largo rato cenando y conversando sobre nuestras locuras, nuestro concepto sobre la felicidad, el amor, la pasión, el compromiso, en definitiva sobre nuestra forma de ver la vida. Habíamos terminado de cenar, la noche nos había vencido, se hizo el silencio entre nosotros, miramos a nuestro alrededor, las parejas estaban mucho más cariñosa que al empezar la cena. “Es grato encontrar alguien con quien conversar en un lugar como este, donde las almas perdidas como tu y como yo no tenemos mucha cabida" "No se que habría sido de mí si estuviera aquí sola mirando esta estampa" reímos juntos, "Demos un paseo por la playa" me dijo mientras se levantaba y me ofrecía su mano, por supuesto le seguí, "dame un segundo" salió corriendo hacia dentro del restaurante, salió con las manos detrás y corrió de nuevo a mi lado, cuando llegó a mi altura me enseñó una botella a medias, como el niño travieso que la consigue a escondidas. Nos sentamos en la playa.

Había una preciosa luna menguante, abrió la botella y le dio un trago, yo intenté hacer lo mismo pero mi garganta ardía, él por supuesto se reía de mi, estábamos mucho más cerca, las conversaciones de la cena habían quitado muchas barreras, ambos creíamos que la vida había que exprimirla, ambos entendíamos el amor como algo maravilloso que no necesariamente debía de ser convencional, ambos entendíamos las locuras como medio de vida, y la magia como el alimento que nos quita la sed.

Nos miramos, sabíamos cuanto nos deseábamos, su sonrisa fue desapareciendo levemente, mis ojos no podían dejar de mirar esos labios, esos que habían pronunciado tantas palabras que me habían atrapado, esos que me moría por besar, que me moría por morder, lentamente se acercó, sus labios rozaron los míos, mi cuerpo se estremeció, lo deseaba tanto, que el placer que ese roce me proporcionaba era inconmensurable, instintivamente mi boca se entreabrió, quería probarle, saborearle, esta vez sus labios se apoderaron de los míos mientras sus manos me abrazaban, el mundo se había parado, no había palabras no las necesitábamos, mirándome en silencio, acercó sus manos a mis pechos los acarició sobre la tela, sonrió al sentir endurecerse uno de los pezones, y darse cuenta de que no llevaba ropa interior, sus dedos agarraron en vestido y poco a poco lo bajaron hasta dejarlas al descubierto.

Sus ojos expresaron sorpresa, eran grandes, pero la forma en que mordió sus labios le delató, sin duda la resultaban apetecibles, su boca se acercó, su lengua lo recorrió lentamente mientras mis dedos jugaban con su pelo. Un sonido nos sobresaltó, era su teléfono móvil, se incorporó protestando para poder sacarlo, yo reía porque había sido muy inoportuno, mientras él se entretenía apagándolo yo me incorporé, me quité el vestido y desnuda salí corriendo hacia al agua donde sin pensámerlo me metí saltando contra las olas, volteé al verle y me estaba mirando incrédulo, pero tras unos segundos de incertidumbre se desnudo y corrió hacia mi.

"Perdóname, que inoportunos" "Nada tranquilo, nos han roto la magia" le dije poniendo pucheros, se puso serio, se acercó y me dijo "La magia está aquí y aquí" primero posó su dedo sobre mi pecho y después dio un beso en mi cabeza, "Ya nadie podrá quitarnos la magia", yo solo bromeaba, no esperaba una contestación tan seria, pero me había hecho sentir bien, yo sabía que eso existía y que no iba a desaparecer así como así, ninguno quería que lo hiciese. Me acerqué y bese sus labios, mis manos abrazaron su espalda, lo apretaron contra mi, quería sentir cada cm de su piel, quería que fuésemos solo uno, nuestras bocas se devoraban tiernamente, pero con una lujuria que iba en aumento, sentí su pene erecto endurecerse contra mi piel, mi mano se acercó a él, lo acarició, mientras mis dientes mordían su labio. Quería alargar aquello el máximo tiempo posible, quería que esa noche fuese eterna, mis piernas rodearon su cintura, y mi clítoris, hinchado sentía el roce contra él con el vaivén de las olas, sus manos apretaban mis nalgas, meciéndome para sentir ese roce que nos estaba volviendo locos a ambos, él soltó mis piernas de su cintura, y sin dejar de besarme buscó la humedad de mi sexo, humedad que no se debía a estar en el agua, era una humedad caliente sedienta de caricias, de mimos, de embestidas y sexo.

Dos dedos me penetraron mientras su boca se adueñaba de uno de mis pezones, lo mordía, sentí dolor, pero era placentero, ese dolor me hacía saber que estaba viva, no se trataba de un sueño. Mi respiración estaba agitada, eran tres ya los dedos que me penetraban mientras que su dedo gordo frotaba mi clítoris, nuestras bocas no se separaban...ahogaba mis gemidos en la suya, mientras mis manos se aferraban a su cuello a su espalda, donde podían, estábamos entregados bajo la luna. De un movimiento volví a poner mis piernas en su cintura y con sus manos en mis caderas lentamente me penetró, lentamente, mirándome a los ojos, ellos se decían todo aquello que las palabras eran incapaces de transmitir, comencé a moverme para hacerle disfrutar, para hacerme disfrutar, mis caderas hacían movimientos circulares mientras él apretaba duramente mis glúteos, ya no éramos personas, nuestras cabezas ya no mandaban en nuestros cuerpos, en nuestros deseos, éramos tan sólo dos animales dando rienda suelta a su instinto, bailando al son que el mar les marcaba. Estábamos salvajes, cabalgaba sobre su miembro como si no hubiese un mañana, sentía como golpeaba contra el fondo de mi vagina, me sentía llena, dos orgasmos recorrieron mi cuerpo en ese rato, ahogando mis gemidos en su boca, mezclando la humedad que mi cuerpo emanaba con la del mar. Después del segundo me bajó de encima suyo y sin dejar de abrazarme y besarme me llevó hasta la arena, le tumbé sobre ella, besé su cara, besé su cuello, deslicé mi lengua hasta su ombligo, y bajé hasta su sexo, mi lengua lo recorrió, saboreando de ese modo, el elixir que él había provocado, aún sabía a mí, se estremeció, lentamente mi boca fue succionando hasta hacerlo desparecer, él miraba al cielo absorto en su placer, su mano acariciaba mi pelo, acariciaba mi cara, mientras mi lengua jugaba con su glande, mientras mi lengua recorría su tronco para después penetrarse varias veces. Sentía su respiración aumentar el ritmo, sentía como los gemidos se escapan de su boca, suponía que no le quedaba mucho tiempo.


Se incorporó y se tumbó sobre mi, lentamente me penetró y comenzó a embestirme cada vez con mayor cadencia, ambos gemíamos como si la vida se nos fuera a escapar después de aquello, la luna era testigo de lo que estaba ocurriendo y no nos quitaba ojo, pero que ella nos observara nos excitaba aún más. Tras una profunda embestida clavé mis uñas en su espalda, señal inequívoca de lo que estaba a punto de ocurrir, y en una sincronización perfecta nuestros cuerpos se sacudieron al unísono, sentí como su leche caliente invadía mi cuerpo, como su pene daba espasmos trasmitiéndome sus sensaciones, sentí como habíamos compartido lo más grande que teníamos nuestros corazones y nuestra intimidad.

Pasamos varios minutos así, abrazados sin hablar sin pensar, solo sintiendo, recuperando el aliento, volviendo a la realidad.

Nos incorporamos nos vestimos y fuimos hacia mi cabaña, en la puerta había una hamaca entre dos palmeras "Has dormido alguna vez en una hamaca??" moví mi cabeza en señal de negación, "pues si te apetece, siempre tiene que haber una primera vez para todo". Entre por unas toallas, me acomodé entre sus brazos y con una paz que no recordaba haber sentido jamás me dejé envolver por el sonido del mar, el olor a sal, y el calor de su cuerpo pegado a mi, pensando que si eso había sido un sueño no quería despertar jamás.


















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