sábado, 25 de enero de 2014

Dulce Encuentro

Le había prometido que la próxima vez que nos viésemos le prepararía una sorpresa, faltaba media hora para recogerle en la estación, así que empecé a preparar la estancia, coloqué cuidadosamente papel de periódico arrugado dentro de la chimenea, sobre él unos sarmientos finitos, y alrededor haciendo una pirámide los troncos más gordos, me encantaba el ritual, casí tanto como el de hacerse un peta, ambos terminan acercando la llama del mechero, encendí una piña y la coloqué debajo al lado del papel, era un placer observar como se iba expandiendo por el fuego y las ramas gritaban al sentir su calor, en un par de minutos todo ardía con intensidad, cerré el tiro para que no se consumiese demasiado rápido, estiré un par de mantas en el suelo, (el suelo es demasiado frío) una toalla sobre ellas, y varias velas rodeando la habitación.




Cuando llegué ya estaba esperándome, subió al coche y me dio un beso profundo, siempre teníamos ganas de vernos pero encontrar un rato no era fácil, eso si cuando lo encontrábamos se paraba el tiempo.
Enseguida llegamos a casa, se sorprendió al entrar y ver lo que le esperaba, me abrazó y me besó, "eres una caja de sorpresas, me apetece mucho, me encanta el fuego," Cogí un par de cervezas de la nevera, nos quitamos los zapatos y nos sentamos sobre las mantas, nos liamos un peta, mientras nos tomábamos las cervezas, nos quedábamos absortos mirando el fuego mientras nos acariciábamos y jugábamos con el humo. Entre risas y caricias nos fuimos desnudando, las lenguas comenzaron a juguetear, nos besábamos de forma divertida, jugando a no dejarnos, nos deseábamos, pero ambos queríamos dilatar el momento.

"bueno y ese masaje para cuando??" me dijo, me aparté y se tumbó bocabajo, puse aceite de fresa en mis manos, y dejé gotear a lo largo de toda su espalda, mis manos comenzaron a acariciarla, primero extendiendo el aceite a lo largo de toda ella, mis pulgares trazaban círculos sobre su piel desde la columna hacia afuera, masajeaban sus omoplatos y subían firmemente por sus cervicales, ayudándolo a que espalda se fuese destensando, mis manos acariciaban suavemente su espalda, sus caderas, jugaban sobre su coxis. Música  relajante sonaba de fondo lo que ayudaba a crear un clima cálido.





Sin dejar de acariciarle cambié de posición entreabrí sus piernas y me coloqué entre ellas, puse aceite en mis manos y empecé a masajear sus pies, primero extendiendo el aceite, después presionando las plantas, acariciando los dedos, y jugando con los ritmos mientras subía hacia sus muslos. Dejé caer más aceite sobre sus glúteos, lo extendí, masajeaba sus muslos, y mis pulgares acariciaban sus testículos de refilón, masajeaba con firmeza sus glúteos, y rozaban su ano y su perineo, sus piernas se contraían, lo que hacía pensar que comenzaba a excitarse.

Le pedí que se diera la vuelta, me coloqué detrás de su cabeza puse aceite sobre mis manos y comencé a masajear su frente, sus sienes, deslizaba las yemas de mis dedos por su cuero cabelludo, mis manos se deslizaban por su cuello, podía observar como su polla estaba cada vez más erecta, estaba relajado, mi dedos jugaban con su cuello y su mandíbula, de ahí pasaron a su pecho, jugando con sus pezones, él abría los ojos, observando mis pechos cerca de su cara, sus manos intentaron tocarlas pero no se lo permití, mis manos bajaban hasta sus caderas y subían bordeando su polla que ya estaba erecta, pero si llegar a tocarla, para subir por su ombligo.

Me coloqué entre sus piernas, dejé caer aceite sobre su sexo, mis manos masajeaban sus ingles, acariciando sus testículos, puse aceite sobre mis pechos, y mis manos subían por su torso mientras mis tetas acariciaban su miembro, un gemido se escapó de sus labios, y mi lengua lo recogió de un lametón, mi lengua dibujó los tatuajes que dibujaban su torso.

Una de mis manos tomó su polla esparciendo bien el aceite, mientras mi otra mano jugaba con sus testículos, la masajeaba lentamente, jugaba con su punta, mis manos pintaban diferentes movimientos. Unos con más intensidad, otros con más velocidad. Los gemidos ya no eran disimulados, se incorporó, acercó su boca a la mía, y me beso mientras me abrazaba, puso mis piernas a los lados de la suya, y muy despacio dirigió su polla hacia mi, nuestras pelvis se unieron y fundidos en un abrazo comenzamos a bailar al unísono, nuestras bocas se devoraban, su boca apretaba mi cuello, mientras mis manos se aferraban a su espalda.

El sol iluminaba nuestras caras, mis dientes se aferraban a su labio inferior, de un movimiento me tumbo en el suelo, sin sacarla y comenzó a embestirme con fuerza, besaba mi cara, mientras yo mordía uno de sus dedos,  el ritmo se iba acelerando, estábamos muy calientes, mis piernas rodearon su cintura, los cuerpos se pegaron, las bocas se unieron y siendo uno, estallamos en una llamarada de placer, mientras ambos orgasmos morían en nuestras bocas, nos bebimos los gemidos, nos comimos las sonrisas y abrazamos pasamos un rato observando el fuego, charlando cobre que preferíamos ir al infierno que al infierno, porque preferíamos la ropa negra y roja antes que los tonos pasteles.



Y entre risas abrí una botella de vino y mientras nos tomábamos la primera copa brindábamos por todas las noches que nos quedaban por disfrutar, era hora de cenar y coger fuerzas, teníamos toda la noche por delante....